Los fondos misteriosos de la ministra Piña
Por: Héctor M. Magaña
Fabrizio Mejía Madrid en su columna para Sin embargo abordó, nuevamente los misteriosos fondos de la ministra Piña, tras una serie de presupuestos millonarios el Poder Judicial tiene mucho que explicar, en especial, un misterioso fondo “intocable” de seis mil millones de pesos. “Estos 6 mil millones que atesora la Suprema Corte, se van sumando a los que acaparan la Judicatura y los ministros de salas, todo por 60 mil millones de pesos que no se han movido en los últimos 8 años.”
El supuesto fondo que pretende defender las pensiones, tiene 9 mil millones ahorrados, pero sólo 75 millones son para los trabajadores. Un fondo del que no se benefician más que en un 0.8%. El menos de 1% es defendido, en apariencia, en las calles como necesidad vital para salvaguardar los ingresos y retiros de los trabajadores.
No es ningún secreto que desde la década pasada la élite del PRI monopolizara los sindicatos, que comenzó con la “Federación de Sindicatos de Trabajadores al Servicio del Estado, la FSTSE, que agrupa y centraliza a 82 sindicatos de trabajadores de servicios públicos” y que, dicho monopolio, escaló con los casos de Pemex y demás. Ahora, tras una serie de protestas donde hubo quemas de figuras de Andrés Manuel López Obrador, la ministra y todo su séquito han alzado la voz ante los recortes, que podrían dejar a muchos trabajadores sin su 1%.
La Presidenta de la Suprema Corte de Norma Lucía Piña es, en palabras de Fabrizio Mejía Madrid “la ministra que ‘rompió el techo de cristal’ y cuyo esposo es, a su vez, el líder del sindicato de Sanborns, (quien) logra que un élite gremial afiliada históricamente al PRI defienda, no los intereses de sus agremiados, a los que no representa porque su elección está todavía en litigio, sino a sus jefes inmediatos superiores: los ministros y magistrados hinchados con el dinero público que beben, comen, visten, arreglan sus casas, jardines, y coches con dinero público, con mucho dinero público.”
Las protestas son entonces los gritos de una elite que se benefició por décadas de un sistema que alcanzó su punto más alto con la presidencia de Enrique Peña Nieto, y que ahora está bajo el escrutinio.