4T: un proyecto en pocas palabras

Héctor M. Magaña

Dentro de la columna de Fabrizio Mejía Madrid para Sin embargo hoy hubo una sugerencia por parte de uno de sus lectores: explicarle a una niña (de nombre Sofía) en que consiste la 4T, o sea, describir los proyectos que conforman la transformación del país en términos sencillos.

La historia del saqueo de los gobiernos anteriores es bien conocida, tanto que se ha repetido hasta la saciedad, pero lo que me gustaría resaltar de la columna de día de hoy son solo unos puntos clave que, creo, establecen las nuevas reformas del gobierno obradorista para el sexenio de Morena.

Durante las campañas electorales se volvió natural que López Obrador se dedicara escuchar a la gente, y que después él les devolviera el favor, no con las obras que prometió, sino diciendo que los hechos que conciernen al estado actual del país tenían en el fondo verdades retorcidas: “Así, si la gente les decía que habían privatizado, por ejemplo, el agua y que ahora la tenían que pagar muy cara, les explicaba que el encargado de la Conagua, con Fox, era un exdirector de Coca Cola y de Leche Lala, Jaime Jáquez, y que le había dado el agua de las personas a esas dos empresas. También les explicaba que las empresas más ricas de México no pagaban impuestos, como todos los demás.”

Por el otro lado, el gobierno de López Obrador también fue el gran gobierno que logró limar injusticas, en pocas palabras, logró darle un buen golpe a la existencia de eso que se llama meritocracia. La meritocracia es uno de los grandes conceptos que los partidos de oposición quieren defender a capa y espada. Los hacen al criticar la llegada de apoyos económicos a los sectores de la población más necesitada. Para muchos en la oposición, las becas y apoyos son solo una manera de prolongar la holgazanería del pueblo. Aquí, la 4T es aquel modelo que pretende crear las bases seguras para que esos “holgazanes” puedan crecer como estudiantes o laboralmente. El nuevo Estado mexicano es el estado de la igualdad de oportunidades: “Por eso tiene que ser para todos, porque el Estado mexicano no tiene como función reconocer el talento —ni que fuera el Óscar— sino en tratar de limar las injusticias.”

La columna de Fabrizio Mejía Madrid retoma los viejos tópicos que se han abordado anteriormente para hacer contraste entre el viejo gobierno y el nuevo, pero lo importante que debemos recordar es que México “es un país injusto por clase social, etnia, género, color de piel, aspecto, zona geográfica en la que le tocó nacer, y es responsabilidad del Estado mexicano aligerar esa desigualdad.”