Mi yo virtual, un alter ego fácil de llevar.
Lucero Peña
En un mundo lleno de tecnología y redes sociales, los individuos cuentan con una mayor accesibilidad a crear una personalidad con diferente propósito en cada sitio dentro de la web.
Los filtros y la aprobación inmediata entre los usuarios generan un frenesí de adaptación mediática, creamos perfiles donde la mayoría del tiempo no mostramos nuestros auténticos yo, si no que, el contenido cambia dependiendo de lo que pensamos que los demás usuarios consideran correcto.
Las fotografías, los posts, los hashtags por un lado nos brindan comodidad y etiquetas, por el otro nos hacen alimentar el hábito de la comparación. Lo que a simple vista parece inofensivo, para miles de usuarios pueden llegar a desarrollar depresión y ansiedad.
Construir nuestra felicidad en el consumismo de los influencers puede llegar a ser poco sustentable económica y emocionalmente. Ver una vida perfecta en perfiles con millones de seguidores, nos hace cuestionar que es lo que estamos haciendo “mal”.
A mí consideración las máscaras que usamos nos dan una falsa seguridad que sí no podemos distinguir de la realidad puede crear un problema. La desconexción parcial de las redes sociales nos permite mantener el control entre las diferentes “realidades” virtuales y en nuestro verdero yo.
Si bien las redes sociales pueden ser un arma de doble filo que nos pueden acercar a diferentes contextos, solo debemos recordar que es imposible llenar las espectativas creadas en la misma. Tal vez así podamos alcanzar la libertad y felicidad.