Álvaro Obregón negó ser masón
Wenceslao Vargas Márquez
Una creencia masónica (pura creencia) afirma que todos los presidentes mexicanos han sido masones. Hay quienes dicen, incluso, que para ser presidente es necesario ser masón. Nadie ha podido probar este dicho.
En una afirmación más atrevida, en algunas filas masónicas se da por hecho que los-héroes-que-nos-dieron-patria fueron masones. El punto es que ninguna evidencia hay al respecto en las biografías y actividades de Hidalgo, Allende o Morelos, ni en ningún otro. En cambio hay pruebas documentales irrefutables de que han sido masones los malos de la película: grado 32 en Santa Anna, grado 33 en Porfirio Díaz, grado 30 en Victoriano Huerta, más pruebas documentales irrebatibles acerca de Carlos Salinas de Gortari, ingresado en 1966. Es el mundo al revés.
En el caso particular de Álvaro Obregón, fue tratado como masón en un informe que le dirigió el general Luis Tomás Mireles Rodríguez, jefe de Operaciones Militares en Nayarit, el 12 de junio de 1923, al (según) “querido hermano” Álvaro Obregón, avisando de la situación interna de la logia masónica Ramón Corona y de la Gran Logia Occidental Mexicana en Nayarit. Mireles había nacido en Nuevo León en 1881. Fue revolucionario constitucionalista y luego se anotó en la fila correcta: la del plan de Agua Prieta. En 1921 fue jefe militar de Tabasco y chocó allí con un gigante: Tomás Garrido Canabal, quien tiene en la historia de México (eso afirmo) el sobrenombre más bello de todas las épocas: El Sagitario Rojo. No importa ‘Siervo de la Nación’. No importa ‘Apóstol de la Democracia’. No importa ‘Benemérito de las Américas’. No importa ‘Centauro del Norte’ (que tiene lo suyo). Importa, y triunfa, ‘El Sagitario Rojo’. Genial.
En junio de 1923 Mireles llegó a Nayarit y al parecer era masón pues rindió el informe masónico citado arriba. Murió fusilado como delahuertista en 1924. Desde la presidencia, Obregón contestó a la carta del general Mireles del 12 de junio cinco semanas después, el 19 de julio, negando ser masón. Uno y otro documentos han sido consultados por el autor de estos párrafos en el Archivo General de Nación, CdMx, donde permanecen intactos en largos archiveros metálicos e incontables referencias en tarjetas físicas mecanografiadas. Leamos la negativa de Obregón:
“Palacio Nacional, Julio 19 de 1923.- Sr. Gral. Luis T. Mireles.- Jefe de las Operaciones Militares en el estado.- Tepic, Nay.- Estimado General y amigo.- Llegó a mi poder la atenta carta de usted del 12 de junio último, y al contestarla, me limito a hacerle saber que ha sido mal informado al considerarme como integrante de la Logia a que usted pertenece, pues hasta hoy no tengo qué ver nada con esa Agrupación ni con ninguna otra, y debo de advertirle que no me he arrepentido de conservar esta independencia. Por lo tanto, no he creído adecuado referirme a los puntos que en su carta toca.- Le saluda su amigo y S. S.”-
¿Por qué Mireles le rindió ese informe a Obregón asumiendo que el presidente era masón? ¿Fue ocurrencia o a Mireles lo constaba que el Presidente lo era y Obregón lo negó sólo porque sí? ¿Qué hubo de fondo en el intercambio de misivas mientras en la calle Bucareli 85 transcurrían las negociaciones de los Tratados de Bucareli entre mayo y agosto de ese memorable 1923?
En La fiesta del monstruo a un personaje de Borges (de apellido Cagnazzo, apodado el Nene Tonelada) las explicaciones le cansan. A mí no me cansan todas las explicaciones. Las que me cansan son las explicaciones conspiranoicas. Me ajusto a la navaja de Ockham: son obligatorias las explicaciones sencillas. Ockham para todo, a todas horas y a deshoras, excepto para una conspiración que (casi) es de mi creación: la de la muerte de Pancho Villa a manos de masones como exigencia en los tratados.
Hay testimonios e investigaciones académicas y periodísticas (Taibo, Ceja Reyes, Katz) que afirman que hubo masones en la muerte del Centauro y ésta fue exigida en las conversaciones para desagraviar Columbus: en lo alto de la pirámide política del gobierno estaba el masón Plutarco Elías Calles, más abajo el masón Joaquín Amaro y otros. Más abajo aún, Gabriel Chávez, líder masónico de Parral, Chih., de la aún activa gran logia Cosmos. A bordo del coche Dodge Brothers en que iba Villa cuando lo mataron, otro masón le acompañaba: su ayudante el coronel Miguel Trillo.
En toda esta pirámide masónica sólo faltaba, en la punta más extrema de su cúspide, por encima de Plutarco Elías Calles, que el presidente de la República. Obregón, fuese masón. Por coincidencia (eso creo) el 12 de junio Mireles le descubre a Obregón que sabe que es masón en una carta firmada militar y masónicamente. ¿Fue de verdad simple ocurrencia del general Mireles, o Mireles sabía algo? Acto seguido Obregón se apresura a negar que es masón. Repito la fecha de esta categórica negativa hoy archivada en el AGN: fue el 19 de julio de 1923. Justo al día siguiente, 20 de julio, Pancho Villa fue asesinado en Parral por un grupo de masones. ¿Por qué esta cadena de coincidencias? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué?
X: @logiasymasones