Siempre fue Claudia

Sin novedad en el frente: Claudia Sheinbaum es la ganadora (39.78 por ciento, como promedio ponderado de las cinco encuestas realizadas) del proceso corcholato, y tras conocerse el resultado los demás participantes mostraron su respaldo a la ex jefa de Gobierno de la Ciudad de México. Todos, menos Marcelo Ebrard (25.8 por ciento), quien desde temprana hora armó show y pataleó como una forma primitiva de reconocer su derrota, algo que sabía desde el inicio de la contienda. Y ante la rabieta, la triunfadora se limitó a comentar: “todos los participantes estuvieron de acuerdo con las fórmulas”. El resultado, pues, no asombra, porque desde un inicio la futura presidenta, por mucho, encabezó las encuestas (todas) y el ex titular de Relaciones Exteriores los berrinches.

Ebrard sabía que no sería la corcholata ganadora, pero pretendió evitarlo a golpe de soberbia, escándalo, juego sucio, fuego “amigo” y politiquería (como su pretensión de enganchar a uno de los hijos del presidente López Obrador para “fortalecer” su equipo), e intentó inclinar la balanza para así ocupar la primer posición en las encuestas organizadas por Morena, en el entendido de que la contienda siempre fue de dos (los otros cuatro nunca tuvieron la menor posibilidad real, salvo, en el mejor de loscasos, para negociar un hueso en la siguiente administración).

Las pataletas y chantajes de Ebrard (marca Manuel Camacho Solís) se registraron a lo largo de toda la etapa de autopromoción de las corcholatas, sin olvidar el gusto que le agarró a todo tipo de banalidades. Y llegado el día de conocerse el nombre del ganador, la actitud del ex canciller no tenía por qué ser distinta, porque en todo el camino mostró su disposición a minar el campo incluso antes de que el proceso iniciará como tal, bajo su eslogan de “soy yo o nadie”.

Desde el inicio de la carrera de corcholatas resultó obvio que la ventaja correspondía a Claudia, la cual se amplió a lo largo de la contienda. A la par, el ex canciller no dejó de amenazar con romper, con salirse del proceso, con tomar otras decisiones color naranja, es decir, que podría incorporarse a Movimiento Ciudadano, donde lo designarían como su candidato presidencial (Marcelo tiene historial de chapulín). A menos, claro está, que se dedique a tragar sapos, lo que no parece ser su decisión.

En vía de mientras, ayer, desde temprano, La Jornada (Néstor Jiménez y Alma Muñoz) lo reseñó así: “ante gritos de sus simpatizantes que acusaron ´fraude, fraude´ en el proceso interno, Marcelo Ebrard anunció que no acudirá a la reunión de las 5 de la tarde, a la que están convocados los seis aspirantes de Morena y sus aliados a la coordinación nacional de defensa de la transformación, para darles a conocer los resultados y al ganador de este proceso”.

Ebrard denunció que “fueron anuladas más de 14 por ciento de las boletas de la encuesta organizada por Morena por distintas irregularidades y hemos encontrado incidencias en una proporción muy superior a lo que habíamos previsto, por eso se tardó tanto todo el proceso. Lo que quiero decir es que nosotros afirmamos que esto debe reponerse, es decir, ya no tiene remedio. Lo digo antes del conteo, porque las incidencias nos obligan a decir esto o callar. Esto no está bien” (ídem). “Antes de conocerse el resultado”, dijo el soberbio Ebrard, aunque desde luego sabía quién resultaría ganadora de la contienda y eso le pateó su enorme ego, aunque con el correr de los días eso será lo de menos.

Por cierto, en la mañanera de ayer el presidente López Obrador consideró que, tras el resultado de las encuestas, no resulta necesario un “proceso de reconciliación”, porque los participantes “son personas muy responsables, todas. Además, no son ambiciosos vulgares, porque están luchando por una transformación, por ideales, por principios, por el pueblo; en otras partes se lucha por mantener privilegios, por hacer dinero, por el privilegio de mandar, de dominar”. Muy bien, pero ¿todos?

Las rebanadas del pastel

“¡Hay ruptura en Morena!”, gritan los corifeos mediáticos de la derecha. Ajá: “los 22 gobernadores del partido guinda respaldaron, en un pronunciamiento conjunto, todas las fases de la encuesta que darán al ganador de la coordinación nacional de defensa de la transformación; respaldamos a quien tenga la mayoría de las preferencias; el proceso cumplió plenamente con las reglas y objetivos; fue un ejercicio transparente, democrático, unitario y sobre todo participativo”. Entonces, para los vocingleros uno es sinónimo de todos. Van bien.

-La Jornada