Aval unánime en San Lázaro a la secretaría de cultura

 

Roberto Garduño y Enrique Méndez.
Con el respaldo de todos los partidos, el pleno de la Cámara de Diputados aprobó la reforma presidencial a la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal, para constituir una secretaría de cultura, que sustituirá al Consejo Nacional para las Cultura y las Artes (Conaculta), creado en el sexenio de Carlos Salinas de Gortari y que tuvo como primer presidente al diplomático Víctor Flores Olea.
El dictamen fue aprobado con 426 votos de todos los grupos parlamentarios; sólo Patricia Aceves Pastrana, ex rectora de la UAM Xochimilco y diputada de Morena, lo hizo en abstención.
A la hora de cantar el resultado del cómputo de los sufragios, el presidente de la mesa directiva, Jesús Zambrano (PRD), expresó: “aprobado por unanimidad. La abstención no se cuenta”.
El presidente de la Comisión de Cultura, Santiago Taboada (PAN), consideró que el sector ya no dependerá “de la buena voluntad del secretario de Educación en turno; el presupuesto ya no será una preocupación que enfrenten año con año las instituciones que transforman el país mediante la cultura”.

 

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Explicó que la reforma dará fuerza y reconocerá el trabajo de los institutos Nacional de Antropología e Historia y Nacional de Bellas Artes y Literatura, así como de los organismos desconcentrados, como Radio Educación y el Instituto Nacional de Estudios Históricos de la Revolución Mexicana. “Fuimos muy precisos en mantener su naturaleza jurídica al ser adscritos a la secretaría de cultura”, dijo.
La diputada Angélica Mondragón expresó que con la reforma, que se turnó al Senado para su revisión, se envía el mensaje a la comunidad de artistas, organizaciones no gubernamentales y a los gobiernos y ciudadanos de que la cultura y el arte merecen la más alta jerarquía en el diseño y ejecución de las políticas públicas.
Dijo que ahora se hará de la cultura “una política de Estado”, visión que fue contrastada por la escritora y diputada Laura Esquivel (Morena).
“No podemos plantearnos la creación de una institución estatal encargada de la cultura para imponer un modelo ideológico que nos haga entrar en experiencias históricamente traumáticas, como ha ocurrido en el pasado con las dictaduras y/o la uniformidad de un pensamiento único”, expresó.
Se requiere, insistió, una cultura que vaya de la mano con sus instrumentos de transmisión: la educación, y sus agentes centrales; los maestros, de manera coherente y armónica.
Señaló que su bancada acompañó con entusiasmo y se sumó a la secretaría de cultura, pero acotó que la reforma aún presenta riesgos, porque trabajadores del sector e investigadores “temen, y quizá con razón, que enmascare el deseo generalizado de este gobierno de hacer más negocios privados”.
Consideró que prevalece el temor de que una súper institución oficial pretenda tomar el control ideológico de la creación cultural y artística, como en los grandes sistemas autoritarios, cuyo primer impulso es casi siempre apoderarse de la iniciativa cultural.
“Conviene recordar que esta preocupación, por cierto, estaba en la palabra y en la obra de Octavio Paz, quien siempre se negó a que cualquier gobierno dictara políticas públicas para la cultura, porque siempre –decía el destacado escritor– se corría el riesgo de que un burócrata terminara queriendo decidir e imponer lo que era o no cultura, lo que tenía o no valor artístico”, dijo.
Mientras, la perredista Cristina Gaytán insistió en que de la iniciativa se suprimió la propuesta del Ejecutivo de un ajuste a las estructuras de las instituciones de cultura, lo cual implicaba el despido de los trabajadores.

Periódico La Jornada
Viernes 11 de diciembre de 2015, p. 12