La masonería en los libros de texto
Por Wenceslao Vargas Márquez*
La historia de México se estudia por parcelas: sus gobiernos, su ciencia, sus religiones, su literatura, sus lenguas, sus bandidos, sus guerras, sus desastres, sus modas, su cine, sus sindicatos, sus partidos políticos. Por ello es extraño que no existiese un grupo de profesionales universitarios que estudiaran a la masonería como corriente de pensamiento y de acción política existente en México desde las últimas décadas del siglo XVIII. Historiadores de ese tipo no existían. Una posible razón es que a la masonería se le ha tenido católicamente proscrita y políticamente oculta y por tanto intocable. La masonería era cosa del diablo para nuestros abuelos.
En los años sesenta y setenta el tema de la masonería no estuvo en los libros gratuitos de historia para la educación primaria de la Conaliteg, ni en el de tercer grado a cargo de Jesús Cárabes, ni en el libro de cuarto firmado por Concepción Barrón de Morán (que hizo también una Biblia para niños en 1973), ni en el de quinto a cargo de Amelia Monroy Gutiérrez, ni en de sexto a cargo de Eduardo Blanquel. Recordemos que la Conaliteg fue creada por el presidente López Mateos en 1959.
En el libro de sexto grado de primaria de la segunda mitad de 1994 apareció por primera vez la masonería en un libro de texto oficial. Si me equivoco corregiré con gusto porque de lo que se trata es de hallar la verdad basada en evidencias. Fue referida en ese libro de sexto, con la portada de Francisco I. Madero a caballo (cuadro de O’Gorman), de la siguiente forma: “Para defender sus intereses, los criollos ricos formaron agrupaciones políticas que se llamaron logias masónicas”. Es un párrafo con el sugestivo título de Los primeros presidentes. Estamos en el contexto del nacimiento de la república. El tema se mantuvo en la segunda edición de 1995, la primera reimpresión de 1996, y la segunda reimpresión de 1997.
El tema fue trasladado de sexto grado al libro de cuarto grado (como portada un cuadro de Miguel Hidalgo de José Clemente Orozco) pero con una curiosidad: el párrafo fue eliminado en el libro de cuarto aunque se mantenía el resto del material, incluyendo el ya citado título Los primeros presidentes, y el cuadro anónimo del siglo XIX acerca de un combate en San Juan de Ulúa. Por ser un curioso caso de extraña censura de la Conaliteg vale la pena una nota completa al respecto. No sabemos quién y por qué decidió quitar el tema masónico del libro de cuarto grado, mantenido en los de sexto. Quizá cuidar que los pequeños niños de cuarto grado no lean cosas diabólicas.
Un libro privado (Editorial Herrero) que se usó en los años setenta como libro de Historia de México en la secundaria, con la firma de Ciro González y Luis Guevara, toca el tema de la masonería. Mi ejemplar es de 1972; en la página 294 aparecen las logias masónicas. Dice el título en negritas: “La política mexicana estuvo controlada por la masonería”. Enseguida una definición: “Las logias masónicas son sociedades secretas, de carácter liberal, organizadas bajo la base de estricta jerarquía”; nótese que no dice que sean “discretas”, y el título se redacta en pretérito.
Un grupo de historiadores profesionales universitarios por fin nació hace algunos años, unos veinte o treinta, y se ha dedicado, con éxito, a recorrer de nuevo la historia de México, de reversa, revisando las zanjas y las cunetas, las milpas y los matorrales, donde la masonería había sido relegada y desechada, habiendo sido tan importante como vehículo del liberalismo decimonónico en la construcción del México moderno. El 15 de enero de cada año es el día de la masonería mexicana porque, oficialmente, en ese día de 1847 ingresó el presidente Benito Juárez a las logias masónicas.
Las redes sociales, principal ventana pública de las debilidades de la masonería, pudieron haber sido, y ya no fueron, el espacio ideal para transmitir lo que la masonería puede enseñar pero se perdió la oportunidad. “De lo sublime a lo ridículo media un solo paso”. La enorme facilidad de enviar mensajes públicos ha degradado la calidad del mensaje. El mensaje se hace banal y la francmasonería mexicana no escapó a ese proceso de banalización.
Muchos grupos sociales tienen agenda. El magisterio nacional mantiene, contra la voluntad de las dirigencias sindicales, la discusión de la reforma educativa, los industriales tienen en su agenda al TLC, la comunidad lésbico-gay (LGBT) mantiene en la agenda de la discusión electoral el tema de sus derechos (matrimonio, adopción, herencia), han perseguido a los (pre)candidatos presidenciales para que se definan al respecto. Lamentablemente la francmasonería mexicana no tiene agenda. El lector puede revisar si ha escuchado alguna propuesta. Acaso revisar la ceremonia del nacimiento de Benito Juárez el 21 de marzo y ver que el gobernador esté presente. En Xalapa el gobierno del estado (PAN, centro derecha) no tuvo oradores masónicos en la ceremonia oficial de 2017. A ver qué pasa este año: armar una ceremonia, tomarse la foto, subirla al muro azul e irse a casa.
¿La masonería mexicana? Ni fraternidad, ni secrecía, ni discreción, ni agenda.
Twitter @WenceslaoXalapa
*Colaboración.