Solución del bullying comienza en la familia

Por Roberto López Barradas

Que tal mis amigos, en esta ocasión abordaremos un tema urgente, que en las últimas semanas ha cobrado suma relevancia a nivel nacional, debido al número de casos, me refiero al bullying (acoso escolar), que según la definición del diccionario es: cualquier forma de maltrato psicológico, verbal, físico y hasta social producido entre estudiantes de forma reiterada a lo largo de un tiempo determinado tanto en el aula, como a través de las redes sociales, con el nombre específico de ciberacoso.

En primer lugar, los niños y adolescentes que se encuentran atrapados en esta situación, están enfermando de estrés, depresión o ansiedad, debido a la enorme presión psicológica que les genera. Por supuesto, este es un tema del que pueden hablar mucho mejor los psicólogos. Por el momento, nosotros sólo nos abocaremos a analizar cuál podría ser una de las causas principales, gestada en el seno de las familias.

El caso de Norma Lizbeth Ramos Pérez, una chica de 14 años, que fuera estudiante de la Escuela Secundaria no. 518, del municipio de San Juan Teotihuacán, Estado de México, quien murió tras ser golpeada por Azahara Aylin Martínez, una compañera de clase que solía agredirla dentro y fuera de clases, es sólo la punta del iceberg, de la problemática que viven muchas de las escuelas hoy en día.

En casi todos los medios de comunicación, se ha juzgado severamente a las autoridades escolares del plantel, por no haber tomado cartas en el asunto, esperando un castigo para los directivos, que sirva como medida ejemplar para el resto de las escuelas y docentes del país, aunque en mi muy particular opinión, considero que es una responsabilidad compartida entre los maestros y los padres de familia, porque no se puede culpar completamente a los profesores de la conducta de los alumnos y sus consecuencias, sería injusto decir, que las escuelas son completamente responsables de los actos de los niños y adolescentes, que tienen que ver más con los principios, los valores que posee cada quien, que con el aprendizaje educativo.

 

El punto de partida es entonces la familia, la formación en casa. Hace díaas veía las noticias con mi esposa y le comentaba, que cuál sería la situación familiar de la agresora, y en general de todos los chicos que acosan y hostigan a sus compañeros de escuela ¿No hay en su casa quien les ponga cuidado? ¿Qué principios les han enseñado? ¿Qué valores les están inculcando? o ¿Qué situaciones están viviendo, respecto a la conducta de los padres y que ahora ellos están replicando dentro y fuera de las aulas? O tal vez los tienen tan reprimidos en casa que cuando salen de ella, desarrollan otra personalidad agresiva y hostil.

Nuestra tarea como padres o tutores es la de criar, educar y encausar a nuestros hijos como buenas personas, como buenos seres humanos, que sean respetuosos, solidarios y empáticos. Se trata de poner atención en su crecimiento y desarrollo como agentes de cambio para una sociedad que cada día se encuentra más desordenada, convulsionada, con una crisis de valores que casi agoniza ante su desmoronamiento, y discúlpenme si soy un poco exagerado, pero basta ver cualquier noticiario y no hay día en que no se susciten actos de violencia, de enojo, de furia entre los ciudadanos, y tristemente nuestros niños y adolescente no se salvan.

Por ello, las familias son una pieza fundamental en el entretejido social, como base de la sociedad deben contribuir en la construcción de un mundo mejor, empezando desde casa, como dice el dicho, el buen juez por su casa empieza. Debemos enseñar a nuestros chicos que el dolor del otro no es broma, no es un juego, que por el contrario, hacer sentir triste a alguien, no es divertido. Me encantó una frase del actor Clint Eastwood, “la gente dice que deberíamos dejar un planeta mejor para nuestros hijos, la verdad es que deberíamos dejar unos hijos mejores para nuestro planeta”.

Hay 3 valores primordiales que se aprenden en la familia: 1.- A compartir, venciendo el egoísmo y compartiendo lo que se es y lo que se tiene; 2.- A amar, con un amor paciente, servicial, creando empatía con los demás; 3.- A convivir, cuando aprendemos a aceptar a los demás tal y como son, ejercitando la tolerancia y el respeto. María Montessori, decía “siembra en los niños ideas buenas, aunque no las entiendan; los años se encargarán de descifrarlas en su entendimiento y de hacerlas florecer”.

Por último, es nuestra responsabilidad cimentar en nuestros hijos, una vida basada en los principios y valores, en la fe, pidiendo a Dios nos dé sabiduría para guiarlos y encausarlos, y de este modo enviarlos al mundo como buenas personas, para ser una buena influencia para los demás. El salmo 127:4 nos lo recuerda: «Como flechas en las mano del guerrero, así son los hijos habidos en la juventud»; es decir, somos nosotros quienes los preparamos para salir al mundo, hagámoslo lo mejor posible.