Vino tinto
Por: Alejandra Leyva Rojas
Hablar sobre el vino es un tema que genera bastante controversia, ya que mientras algunas personas lo recomiendan por su contenido en polifenoles, otras no por el contenido de alcohol.
Como definición de vino, se sabe que es una bebida alcohólica que se obtiene de fermentar el jugo de la uva y esto ocurre gracias a las levaduras.
Existen elementos que nos dan opiniones encontradas en si tomarlo o no, y para tomar una decisión habrá que analizar lo positivo y lo negativo de esta bebida.
Entre las propiedades que se le atribuyen al vino tinto son que, protege al corazón, previene algunos tipos de cáncer, puede mejora la resistencia a la insulina, se considera que tiene propiedades prebióticas, ayuda en el antienvejecimiento y se considera neuroprotector.
Entre lo negativo, es que al consumir alcohol en exceso aumentan los accidentes vehiculares, propicia la violencia familiar, desarrollo de cáncer, enfermedades hepáticas y de pancreatitis.
El que sea benéfico para la salud depende de la cantidad, por tal motivo es entender que el consumo debe de ser de bajo a moderado y no alto.
El alcohol que consumimos de las bebidas alcohólicas es el llamado alcohol etílico o etanol; cuando lo ingerimos llega al estómago, ahí inicia la absorción (15 a 20 %), por esa razón se siente el efecto del alcohol muy rápido. Aproximadamente un 80 % se absorbe en intestino delgado y ya que se absorbe pasa al hígado, ya que la vía del metabolismo del alcohol es por una enzima llamada alcohol deshidrogenasa y lo que hace es romper la molécula de alcohol y eliminarla del cuerpo, estas enzimas se encuentran en los hepatocitos que son las células del hígado, por eso este órgano es el encargado de metabolizar el alcohol, transformar esta molécula que en teoría es tóxica y puede llegar a intoxicar al organismo.
La OMS recomienda no sobrepasar el consumo de alcohol por día, en mujeres una porción (150ml) y hombres dos porciones (300ml) y no consumir bebidas alcohólicas al menos dos días por semana. Por otro lado, según el Instituto Nacional para el Abuso del Alcohol y el Alcoholismo, considera que un consumo de alcohol moderado o de bajo riesgo en las mujeres, es de máximo 3 bebidas en un día y 7 en una semana, mientras que en los hombres es de máximo 4 bebidas en un día y 14 en una semana.
No se puede recomendar el uso del consumo de este en un plan de alimentación, sobre todo en personas que presentan antecedentes de alcoholismo o con predisposición a este.
La composición del vino es del 70 a 84% de agua, un 10 a 14 % alcohol, los azúcares varían del 1 al 10% por la glucosa y fructosa, (que se transformarán y almacenarán en nuestro cuerpo en forma de grasa cuando el consumo es elevado), el alcohol proporciona 7 kcal por grado, aquí es donde se debe de tener un control, ya que proporciona calorías vacías, llamadas así porque no aportan ningún nutriente al cuerpo.
El alcohol también tiene efectos sobre la disrupción del sueño, al principio se siente somnolencia, después de unas horas tiene un efecto estimulante ocasionado por la metabolización que surge la necesidad de ir al baño y la excitación cerebral, por esta razón ya no se ve un efecto positivo.
En conclusión, el vino es alcohol y este es dañino; es muy fácil sobrepasar las cantidades recomendadas, además de que la recomendación en el consumo de polifenoles por su efecto antioxidante se puede obtener de otros alimentos como el aceite de oliva, té verde, cacao o el consumo de la misma uva. Por otra parte, es importante tener un equilibrio, balance y la autorregulación, porque se puede disfrutar una copa de vino por socializar sin pasarse, aprovechar sus propiedades benéficas sin olvidar llevar una alimentación saludable.