El poeta Francisco Hernández narró cómo influye R. Schumann en su poesía
- El prestigiado escritor continuará el tema en la sesión del viernes 8 de septiembre, en la USBI, a las 17:00 horas
Por Karina de la Paz Reyes Díaz* El poeta Francisco Hernández provocó risas y carcajadas, pero también nostalgia, incluso tristeza, entre los asistentes a la charla que compartió como parte del ciclo “Música y Literatura” este 6 de septiembre, actividad que forma parte del Programa Universitario de Formación de Lectores de la Universidad Veracruzana (UV).
El ciclo correspondiente a este periodo escolar inició con el tema “Robert Schumann, una versión de Francisco Hernández”, cuyas sesiones del 23 y 25 de agosto se intitularon “Francisco Hernández. De cómo Robert Schumann fue vencido por los demonios”; la de este miércoles fue precisamente una mesa redonda sobre la obra del autor, oriundo de San Andrés Tuxtla, Veracruz.
Este ejercicio académico, en el que el poeta estuvo acompañado por Guillermo Cuevas Mora y Rodolfo Mendoza Rosendo, se desarrolló en la Sala “Carlos Fuentes Lemus” de la Unidad de Servicios Bibliotecarios y de Información (USBI), misma que lució abarrotada por estudiantes universitarios y personas asiduas a su obra, entre ellas la rectora Sara Ladrón de Guevara.
Francisco Hernández habló de cómo la música ha nutrido a su poesía, pero también compartió un poco de su infancia, de su paso por el oficio de publicista (por 25 años) y de su vida actual.
“Había pensado, como parte de esta plática, hablar de los estímulos. Los impulsos iniciales para escribir un poema, que han de ser los mismos que tienen los músicos y los pintores, por ejemplo. Esos impulsos llegan a ser muy sorprendentes, inesperados, a veces de una gran vulgaridad”, dijo el Premio Nacional de Ciencias y Artes en el área de Lingüística y Literatura 2012.
El poeta no sólo leyó de la obra que motivó su presencia en la UV, De cómo Robert Schumann fue vencido por los demonios, sino de otras como Expulsión de la madre flema, cuyo origen fueron 17 días que permaneció hospitalizado a causa de una enfermedad.
“Una neumonía me provocó esta escritura”, fueron sus palabras antes de leerlo; “esto tiene que ver con la libertad que uno puede alcanzar y ya no fijarse si tiene música o no, y escribir sobre la guarrada que uno quiera”, justificó al terminar la recitación.
El poeta habló de su infancia y adolescencia. De ésta, citó sus fracasos escolares, como los que tuvo en Química, y que fueron motivo para que se regresara de Xalapa a San Andrés. Después, con la venia de su padre, se fue al Instituto Politécnico Nacional, pero se enamoró por primera ocasión, “y el tequila suplió todas mis ansias de actividades académicas”; en consecuencia, retornó al terruño.
Una tercera oportunidad fue en la Preparatoria de San Andrés, pero “Física fue imposible”. Sin embargo, un anuncio en el único periódico que llegaba al pueblo fue su salvación. Éste decía “¿No sabe qué hacer con su imaginación?: Escuela Técnica de Publicidad”. Fue la última oportunidad de la familia, citó. Acto seguido, se trasladó nuevamente a la Ciudad de México. “Efectivamente, me gustó lo de andar diciendo mentiras, disfrazarlas y hacerlas divertidas, o bien, originales”, justificó.
Su primer trabajo fue en una renombrada agencia de publicidad –McCann-Erickson–, aunque se trató de una corta estancia. “Hasta que entró una muchacha muy guapa y la pusieron en mi lugar. Lo único bueno es que esa muchacha era amiga de Juan José Arreola, y me llevó a conocerlo. Tuve la suerte de que él leyera uno de mis poemas recién escritos –en voz alta–, donde Jesucristo anda por Madison Avenue, Nueva York, pidiendo chamba de publicista y nadie se la daba”.
Hernández se incorporó a otra empresa más del sector publicitario y ahí pasó alrededor de 25 años. En ese tiempo entró y salió en tres ocasiones de ahí, hasta que logró una liquidación. “Después aparecieron las famosas becas creadas por el santo señor Salinas de Gortari –a través del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes–. La solicité y me la dieron”, fue parte de su relato de vida.
Sobre la obra De cómo Robert Schumann fue vencido por los demonios, retomó lo dicho al principio de la charla sobre los estímulos, pero le añadió el azar: “Un día me fui a la Cineteca, después a Coyoacán y en la librería El Parnaso oí una música de esa que cambia la forma de ver, oír y respirar, que hace crecer, creer y preguntar. Le pregunté al joven que atendía ‘¿De quién es esa música?’, me contestó que de Robert Schumann. A partir de ahí busqué su música, leí sobre él. Todo eso se fue enriqueciendo: su locura, su extrema sensibilidad, los amores con Clara Leipzig, todo eso me fue envolviendo y me hizo ponerme a escribir”.
De acuerdo con el programa, la participación del autor de Gritar es cosa de mudos continuará el viernes 8 de septiembre. Además, el tema Schumann-Hernández continuará los días 20 y 22 del mes, con la proyección de la película Geliebte Clara, de Helma Sanders-Brahms. La entrada a todas estas actividades es libre para la comunidad universitaria y público en general interesado en el tema.