Retos de las universidades: responder a las necesidades sociales
- Planteó Tristan McCowan, profesor-investigador del Instituto de Educación de la Universidad College de Londres
- Ofreció una conferencia en el marco de la Cátedra UNESCO-UV
Por Karina de la Paz Reyes Díaz* Las instituciones de educación superior (IES) tienen en la actualidad el gran reto de responder a las necesidades sociales ─mediante sus funciones sustantivas─ aunque sus presupuestos disminuyan o carezcan de fuentes de ingreso garantizadas, planteó Tristan McCowan, especialista en educación y desarrollo internacional.
Como parte de la Cátedra UNESCO-UV (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura y la Universidad Veracruzana) sobre “Ciudadanía, educación y sustentabilidad ambiental del desarrollo”, el profesor-investigador del Instituto de Educación de la Universidad College de Londres, impartió la conferencia “El papel de la universidad en el desarrollo internacional”, el miércoles 16 de agosto en el Instituto de Investigaciones en Educación (IIE) de esta casa de estudio.
El académico citó la agenda de desarrollo Post 2015 –la agenda para el desarrollo después de 2015 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS)– de la Organización de las Naciones Unidas. Centró su conferencia en tratar de responder ¿qué tipo de universidad sirve para promover los ODS?
Según él, actualmente la educación superior goza de la aceptación de los organismos internacionales –como el Banco Mundial–, a diferencia de décadas pasadas, toda vez que la ven como un apoyo en los ODS. En ese sentido, sintetizó el cuestionamiento: ¿qué tipo de universidad para qué desarrollo?
Por ello, hizo un detallado recuento de los diferentes modelos de universidades de los que se tiene registro, y que de una u otra manera siguen existiendo en el imaginario o incluso en la práctica cotidiana: Medieval, Humboldtiana, para el Desarrollo y Emprendedora. También habló del modelo Latinoamericano y el del posdesarrollo, de éste hay pocos ejemplos en el mundo, uno de ellos es la Universidad de la Tierra en Oaxaca, una propuesta que “desafía a la institución y a la epistemología”.
“Considero que cada universidad de hoy en día tiene una mezcla de esos modelos. Tienen un poco de medieval, de homboldtiano”, comentó.
Para Tristan McCowan, el modelo de universidad emprendedora –una tendencia vigente en el mundo– se caracteriza por la comercialización, toda vez que se inclina por prestar servicios y desarrollar investigaciones para el sector privado y no para el bien común.
Este tipo de modelo se implementa en un contexto en el que la institución ya no tiene fuentes de ingreso garantizadas, por lo cual adopta otras posturas cuyos resultados impliquen la obtención de recursos económicos que les permitan subsistir. Por ejemplo, cobrar colegiaturas y por la investigación que desarrollan.
“Volviendo a la pregunta inicial sobre los ODS, ¿qué universidad hará realmente el papel? Lo que está pensado en esos objetivos es que se sirva a la sociedad, que oriente sus actividades de enseñanza para ayudar, el acceso a personas que lo necesitan, investigación aplicada para reducir la pobreza, salud, energía y con un lazo muy fuerte con la comunidad.”
Sin embargo, insistió, las tendencias actuales van en contra de ello y más bien se centran en la competencia por lograr un estatus –a lo cual ligó los rankings internacionales–, la mercantilización y la desagregación.
En relación con la mercantilización, explicó: “No es imposible, pero es muy difícil una universidad con fines de lucro. Por un lado, promover beneficio público en la sociedad; por otro, no tiene recursos para investigación. Si hace investigación, sería para una empresa que la pague. Es muy difícil mantener este papel”.
Respecto a la desagregación, citó una universidad de Inglaterra en la que dan los servicios conforme la cuota económica que se cubra. Si es menor, la atención va en ese sentido; si es mayor, incluso gozan de especial atención de los profesores. Colaboración*