Amores del zodiaco
Amores del zodiaco
Por Andrés Martínez
Mi vida fluyó como de costumbre, Cómo es el día como siempre, una gran taza de café de tamaño ridículo, me senté frente a la máquina de escribir pero mi mente estaba en blanco, hace meses que no experimentaba un bloqueo de tal magnitud. Pasé dos horas frente aquella máquina sin poder teclear una sola letra. Me quita la ropa para dormir y me dirigí al balcón, contemple el bello amanecer para muchos frío pero que a mí en lo personal no es el frío lo que me lastima sino el recuerdo de los días en los que los amaneceres tenían otro significado para mí y para mi familia, los días cuando mi padre aún estaba, cuándo Aureliano y Reynaldo frecuentaban el teléfono. Pero recuerdo que te tengo a ti. Y si no recuerdas cómo empezó es para mí un honor recordártelo cada mañana, cada que me asomo al vacío, cada vez que recuerdo que eres mi motivo a seguir, a seguir vagando por esta tierra de extraños e inhóspitos climas de encierro. Esa mañana me desperté más temprano que lo de costumbre recuerdo perfectamente que solo pude enviarte tres rosas una por cada semana qué habías estado en mi vida desde que llegaste, una insignificante golosina de niños que solo supuse que te gustaría por el simple hecho de ser dulce y de que lo recibirías por la mañana, y lo último el más sencillo y pobre de los regalos: un trozo de papel libreta qué contenía escrito y sentimientos por ti. El mensajero se retrasaba y mis ancias porque recibieras este primer detalle aumentaban más y más. Cuándo por fin llegaron a ti recuerdo de manera absurda el detalle de los latidos de mi corazón apunto de estallar por la emoción incontrolable y obtener una respuesta tuya.
No me podía permitir que nada saliera mal pues había preparado este momento durante 5 días, 5 días que fueron abrumadores por las vueltas que mi mente le daba este asunto, saber cuál sería la manera perfecta de hacerte llegar esta primera señal de amor. Supongo que decidí tomar el consejo de la abuela, tan solo proyecte todo lo bello qué me provocas, antes de entregar mis rosas , de la manera mas melosa posible elige aquellas plantas y les dije: –Vallan hijas mías, vayan a donde yo no puedo ir por el momento, vayan y déjense acariciar por sus suaves manos, rocen en sus labios de la manera más sublime posible, y díganle con ese tacto que tienen ustedes las flores todo lo que ella provoca en mi persona–
Qué placentero recordar eso, recordar algo que a pesar del tiempo no he perdido, tu amor.
Pero las circunstancias de la actualidad me han obligado a distanciarme de ti al menos en lo que lo físico respecta, porque la cuestión de las almas tú y yo estamos más Unidos que nunca, pues fuiste tú quien me enseñó verdadero significado del amor, no muy distinto al que yo solía tener, –sabes que no me molesta pero preferiría el amor sin el mí– y ahora lo comprendo, buscamos en una pareja al complemento de nuestra vida, y no a una propiedad. Mientras tanto descansa cariño, que yo velare tu sueño. Yo cuídare tu cuerpo de la corrupción de la carne. Descansa niña de mis ojos que el sueño ya te llama a su mundo de fantasía y felicidad. Que mientras amanece y ya lo lejos se asoma una tenue mancha de luz a la que te gusta llamar sol ya se acerca, este día será diferente y distinto en muchos aspectos. Será el día de mi soledad eterna, una soledad perpetua igual de grande qué los años sin patria que tienen los restos del general en Francia. Pero no desespero, y esperaré el tiempo que sea necesario, y no me queda más que agradecerte y seguirte agradeciendo y hacerlo por horas completas por el simple hecho de existir, por haber coincidido junto a mí dentro de este enorme caos. Estoy seguro qué te veré antes de lo que piensas, estoy seguro te podré verte y demostrarte todo lo que tú ya sabes, todo lo que por letras te he dicho y llevarte al límite de tu imaginación y demostrar esa que llamas en lo absoluto predecible…
Desde acá de la distancia ten la seguridad qué cada segundo qué pasa te amo más y no es un día más sin ti sino un segundo menos para volver a encontrarnos nuevamente en aquella cafetería del centro de tu ciudad natal. Y desde ahora te digo que si tu plan es no regresar piénsalo dos veces pues sería la responsable de mí muerte