Pecados del amor y la muerte

Pecados del amor y la muerte

Por Andres J. Reinaldo

Esa noche estuve frente a la nada, estuve en tus brazos y no estuve en ningún lado a la vez.Tuve un sueño absurdo, vi a esa chica nuevamente, no la conozco pero algo de su rostro me llamaba, algo de su persona me atraía como magnéticamente, solo la seguí y la segui.

Cuando menos lo pensé desperté en los brazos de un viejo amor, tan solo note como desaparecia y se perdía en las sombras de la aurora que desea volverse día. El día continuó y yo me sentía como adormilado y atónito por lo pasado, un amigo me invitó un trago que no solo me desagrado por su sabor a rancio si no que quemó mí garganta, no había terminado de tragar cuando mí vista se nublo y otra vez vi a esa mujer pero esta vez con un atuendo brillante y llamativo que me abrió los ojos para mostrarme otro camino en el que había cosas que me parecieron de lo más perfectas y que me provocaron un enorme deseo de esos que uno sabe que son insanos pero necesarios para la carne y que propician el pecado.

No sabia que hacer o cómo actuar pues aun no acabo de asimilar los últimos días en los que simplemente el infierno se me ha subido a la cabeza. La manera en la que nos despedimos fue demasiado cruel, cruel y sincera porque no hubo mentiras.
Quería que jamas te sintieras sola, no soportaba verte llorar, hoy soy yo quien llora y no por que ya no estas si no por que estoy aterrado y lleno de incertidumbre al sentir que la muerte come mis pasos y trata de romper lo establecido y trata de tomar mi alma y mi cuerpo, pareciera que algo fuera de los límites de la naturaleza hubiera provocado un amor fuera de los paradigmas de nuestro Dios.

Hace dos dias Joaquin me llevo a la ciudad eterna, y solo te pude recordar por cada poro de mi piel, por cada minúscula molécula de polvo que antes pisaste pero ya no tiene la misma esencia, el café que amaba me supo a sal al ya no ver el café de tus ojos y lo radiante de cuerpo , el humo de los cigarros en la tarde matizada esta vez solo me molesto al empañar mis gafas, no se podía comparar a aquellas noches en el mismo sitio donde por instantes ambos alcanzamos lo anhelado por Dante con las raíces en el noveno círculo,esas noches ahora forman parte de lo indeleble y lo irrepetible.

Nada es como lo recordaba, las sillas en la terraza son otras y la vieja iglesia es de otro tono más opaco, recordé que no sabía si confesarte que me gustaban con locura y que deseaba amarte con tal delicadeza que fueras la dueña de mi vida, que experimentaras un amor diferente y que como yo amo nadie más ama. Quería enseñarte a amar en silencio solo tu yo sin ningún ruido del mundo, sin el soborno de lo eterno y sin el temor de allá abajo.

Entonces vi de manera repentina ya no a una sombra si no ha una mujer que lejos de asustarme me causó desconcierto, no sabía si estaba borracho, si estaba mirando a un ángel, al diablo o algo parecido, pero despedía un hermoso aroma a rosas que brillaban de manera muy similar a una espada encendida desde antiguo.
Entonces y solo entonces me dio la cara, sin reparos ni problemas dirigió su perfecta voz de fémina y sin opción la escuche:

¡Tu eres el mortal que estaba buscando!

Despoja todo de tu mente y tu razón, despoja tus prejuicios y tu religiosidad y tan solo dejame sentir tu hombría.
Llevo milenios absteniendo mis ansias por probar la vida de los nacidos de Eva
Solo quiero tomar tu futuro, solo quiero tomar tu vida y solo eso bastará para que el infierno
sane, para que la muerte de los vivos sea la muerte del odio y pasen al goce de la pasión…

 

En un instante esta criatura se dirigió a mi boca y sentí una voz susurrante que pedía a gritos
una noche de lujuria y sacaba lo más perverso de mis entrañas.
Sentí desmayarme y puso en mis manos una vieja carta que contenía algo sin sentido pero que me obligo a leer:

Ahora va mi petición para que lean mis cartas que hasta hoy he escrito a mis fantasmas. Pido solo que traigan mi flor de la vieja Italia y de los partisanos, el saxofón de papa y mis monedas que ya se encuentran enterradas en los escombros de Chile y Uruguay. Que me lleven a las montañas de Veracruz pero no dejen de decir y de gritar ¡Bella Ciao! pues ya sea herido de amores o de mi cuerpo, jamás deje morir a mi patria.

Solo cambie los amores por otros y personas por corazones, cambié de himnos cuando me sentí cautivo en las garras de la miseria y del placer. Ahora veo luces y sombras y firmó cartas para los nadie y para los inexistentes, mi locura está controlada pero necesito calmar a alguien como los cautivos en Babilonia. Debo decir que a ratos las horas son cortas y los mismos ratos son intervalos diminutos porque a pesar de lo molesto que me resulta el humo disfruto fumar y bailar, bailar con la soledad y los buenos whiskies a pesar de mi lejano contacto con el alcohol.

Si tan solo ella pudiera volver, si tan solo pudiera volver a amarla, volvería al maldito infierno si es necesario para volver a sentirte y tocarte.
Mi dolor se confunde por que mi livido busca pecar de nuevo a tu lado, tomarte y sentirte cerca de mi piel, rozar lentamente mi virilidad por tu cuerpo y hacerte explotar de éxtasis mientras escribimos otra historia de sexo y poder al mas estilo de Neruda y Poe. No puedo seguir soñando, deseo que vengas por mi y tomes mi vida, quiero que la arranques de la tierra de los vivientes y la lleves a donde tu habitas, si es que podemos estar juntos y si no que mas da, me siento muerto ahora y si muero muero y no estas conmigo sera la misma situacion que es ahora, pues la gloria solo la viví cuando te conocí y tu me amabas, yo siendo un triste poeta y tu tan frágil y poderosa en la condición de hija de la luz.

Terminé de leer y en efecto estaba confundido. Yo era el autor de esa carta. Ya no tenía nada que perder, ya no tenía nada que explicar y mi miedo se transformó en deseo. En deseo incomprendido y solo accedí a hundirme en mis arrebatos oscuros y comer del fruto prohibido. Sus uñas recorrieron mi espalda y mi libido decidió explorar sus perfectos atributos que emergían del Hades haciéndome sentir el mortal más extasiado que jamás existió antes.
En la riqueza de lo profano y lo pecaminoso.
Junto a ella aguardo el lejano día final para volver a pecar…