Elecciones 2017, y el triunfo, ¿para quién?
Por Alejandro Hernández Romero*
Como es sabido, el pasado domingo 4 de junio se realizaron elecciones para cargos de elección en 4 Estados de la república: Coahuila, Estado de México, Nayarit y Veracruz. Sin embargo los candidatos no ganaron en las urnas, sino todo lo contrario, al menos en Veracruz, el abstencionismo se robo el triunfo. Tal pareciera que el foco de la elección fue el Estado de México, en donde de acuerdo con las encuestas, (las cuales únicamente sirven hasta cierto punto para una especie de show), apuntaban a un triunfo ventajoso favorable hacia la «candidata» Delfina Gómez, para la Gubernatura del Estado, sin embargo los mexiquenses «en su mayoría democrática», decidieron darle la batuta del Gobernador Eruviel Ávila, al primo del Presidente Enrique Peña Nieto, próximo (de no impugnarse la elección) Gobernador Electo Alfredo del Mazo, siguiendo así con más de lo mismo; un PRI no tan debilitado como se esperaba, al frente de uno de los Estados más representativos rumbo a las elecciones Presidenciales de 2018.
Y es de reconocerle en parte el fracaso a Andrés Manuel López Obrador, quien parecía (y sigue pareciendo) un candidato y no un Presidente de partido político. En el Estado de México a Delfina la conocieron los mexiquenses gracias (si así se puede decir) a que apareció en propaganda, spots, y mitines, al lado (y no siempre) de López Obrador, quien por cierto, en lugar de apoyar a su candidata en los momentos más decisivos para el EDOMEX, ni el humo se le vio.
Demostrando nuevamente que no es una opción para encabezar una candidatura para la Presidencia de la República, y no lo digo únicamente por su actitud de déspota y autoritario con los medios de comunicación, o por las descalificaciones que realiza hacia los que no opinan lo que él, sino porque sigue demostrando que si no es él, no es nadie, y si es «nadie», pertenece a la mafia del poder. Por otra parte sorprendió el asenso de Juan Zepeda, candidato por el PRD y el declive esperado de Josefina Vázquez Mota, candidata por el PAN. El primero por la cercanía humana y de pueblo que demostró con la ciudadanía y la segunda con las ganas de lastima que demostró para aspirar a gobernar el Estado de México. Y mientras militantes de los partidos políticos antes mencionados se echan la bolita de la culpa por el fracasó, algunos otros prefieren trabajar por el bienestar del País.
Coahuila y Nayarit ambos Estados adjudicados de triunfo por los dirigentes de Partido, tanto el del PRI Enrique Ochoa, como el del PAN Ricardo Anaya, levantan la mano de sus candidatos, sin antes esperar la última palabra de los organismos (también de lastima) electorales de ambos Estados, sin embargo, la última palabra la tiene la ciudadanía en su mayoría. Por último terminamos con Veracruz, en donde me atrevería a desmentir al Gobernador Miguel Ángel Yunes, al decir que han sido unas elecciones históricas para bien, ya que en mi opinión, y espero concuerde algún lector conmigo, fueron históricas para mal.
En Veracruz el triunfo se lo robo el abstencionismo (ignorante) de los que no votaron, tal vez debido a la falta de compromiso del gobernador con la Seguridad, a quien lo compararía con los comentarios que en su momento realizó Fox en referencia a resolver el conflicto con los Zapatistas en unos minutos. Al menos en Xalapa, capital del Estado, fue notorio el abstencionismo de la ciudadanía. Lo que me pone a pensar, si no voto más del 50% del 100% de votantes y los votos obtenidos se dividieron en los 10 candidatos que participaron en la contienda por la Presidencia Municipal de la ciudad, cuántos votos decidieron el destino todos. Claro hay que recordar que solo nuestro sistema político le permite a candidatos a cargos de elección popular ganar con el 49% de los votos, pero tiene que recordar que no ces puede gobernar con el otro 51% en contra.
Lo que sí nos quedo claro fue la irresponsabilidad de la mayoría, demostrando que esta cansada de la política pero no de un partido de futbol o una telenovela.
En cualquier caso, lo hecho, hecho está. Solo nos queda recuperar la política de manos de los políticos analfabetas y construir los cimientos de un México próspero, justo y democrático.
Ya quedará en la conciencia de cada quien si voto o no voto. La mía está bien, ¿y la tuya?