El género del desnudo

Por: Renatta Vega Arias.

La representación del cuerpo humano en su desnudez ha sido uno de los géneros de mayor permanencia y ejercicio dentro de las artes visuales, se puede encontrar en la pintura, la escultura, la fotografía, el cine y claro, como parte de la arquitectura. La presencia de personas en las obras de arte no es poco frecuente, pero el género del desnudo se centra exclusivamente en el cuerpo y sus posibilidades estéticas. En el desnudo el artista encuentra el reto de captar y transmitir emociones y sentimientos, incluso si la obra careciera de un rostro emotivo, solo por la efectividad de la composición que hace a partir del manejo de la pose, los colores, las texturas y todos los demás recursos a su alcance.

En la enseñanza académica de las artes plásticas el dibujo con modelo es una de las materias más importantes y cabe detenerse en una explicación: Al empezar el aprendizaje del dibujo se ha de dejar a un lado el concepto que se tiene del objeto que se está copiando, olvidar la función del objeto que es el modelo, es importante, porque hay que evadir a la memoria que de éste tenemos almacenada, ya que, de lo contario, comenzaríamos a dibujar lo que recordamos y no lo que vemos. Si observamos el proceso de aprendizaje en los niños nos daremos cuenta de que dibujan lo que saben de las cosas, es decir, plasman lo que en su intelecto conocen de la estructura de los objetos. Por ejemplo, no dibujarán cinco dedos en una mano, hasta que hayan interiorizado que una mano tiene cinco dedos y hayan hecho un proceso mental de relación uno a uno, aunque aún no sepan contar. Esta es la razón de que, cuando se desea aprender a dibujar, es necesario abandonar el “modo concepto” y reiniciar con una mentalidad diferente en la que lo que sabemos de las cosas no influya y solamente nos centremos en la observación. Así, la observación de objetos inanimados que ya conocemos, como un vaso o una mesa, no nos ayuda mucho en el proceso, porque acudimos al registro mental de nuestra memoria. En cambio, al observar formas que, aunque todos conocemos porque tenemos un cuerpo, en realidad son únicas en cada persona y nos vemos en la necesidad de observar realmente para lograr una buena representación de lo que estamos dibujando.



El dibujo del cuerpo humano al desnudo puede representarse desde muchos puntos de vista y es la intención del artista la que marca la diferencia, porque lo encontramos tanto en tratados de anatomía, como en cuadros que representan escenas tan cotidianas como el darse un baño, en un momento de descanso o bien con una proyección realmente erótica. El tratamiento del desnudo está en obras de escenas bíblicas en el arte religioso, como la el David, de Miguel Ángel o como lo ha estado desde el origen de las expresiones humanas en el ejemplo de la muy famosa escultura paleolítica de la “Venus de Willendorf”, aquella mujer con prominente abdomen y pechos que son un canto a la fertilidad; o las esculturas y relieves en la Grecia antigua, cultura en la que la belleza y la perfección del cuerpo cobró gran importancia pues estaban conscientes de que esa perfección es el reflejo de una salud integral. Aunque cada cultura posee sus propias ideas de belleza, fueron los estándares griegos los que prevalecieron, gracias a su influencia geopolítica y ellos crearon los cánones idílicos de perfección que ha manejado la cultura en occidente.

La cuestión es que el cuerpo humano es muestra de la creación de la naturaleza para unos, de Dios para otros, pero siempre muestra la hermosa individualidad de cada ser.

La desnudez del cuerpo humano ha sido aceptada en el arte, pero se repele en la vida cotidiana por las reglas morales. En cada cultura los estándares estéticos han cambiado y evolucionado con la sociedad y refleja cómo son y piensan en ella. El concepto de la desnudez es, desde luego, cultural; los europeos que la encontraron a su llegada a las tierras de nuestro continente, por ejemplo, la consideraron signo de salvajismo o primitivismo.

Es bueno tener en mente que en nuestros días los cánones de belleza están marcados por la publicidad, que bombardean al público consumidor con ideales tan difíciles de alcanzar, y afectan a la percepción de uno mismo. Más complicado es esto en países cuyos caracteres naturales no se ajustan a esos estándares, porque siguiendo esos cánones se hace más difícil el contentarse con la propia imagen y de ello la industria cosmética se beneficia. Pero este es, desde luego, otro tema que no toca desarrollar aquí, pero sí señalarlo, porque afecta a la misma creación artística, puesto que también en ella se detecta esta influencia.

Durante los años de la escuela mexicana de pintura, que tengo planeado abordar en esta columna en el futuro, se pugnó por establecer y valorar la natural belleza de nuestra raza. En el presente se ha evolucionado en conceptos e ideas; hoy se va más allá, porque no solo se trata de exaltar “nuestra” belleza, sino la estética de cada etapa de la vida y el derecho a ser individual, mostrando cuerpos bellos, aunque no siempre jóvenes y esbeltos, buscando fortalecerse en la certeza de que hay perfección en todos los cuerpos en cada una de sus características personales; algo que tiene mucho que ver con la autoestima y la dignificación de las personas.

Recomiendo a usted busque en la web imágenes de este género y se cuestione si, después de leer este artículo, puede ver con otros ojos la obra de Pedro Pablo Rubens, Lucien Freud, Paul Gauguin, Auguste Rodin, Camille Claudel o Rafael Caoduro, como algunos ejemplos que me parece pueden ser muy interesantes e ilustrativos.

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