Juan de la Cruz, poeta del verdadero amor
Por: Mario Evaristo González Méndez
Juan de Yepes Álvarez nació el 24 de junio de 1542 en Fontiveros, Ávila, España. Fue un religioso carmelita, poeta místico del Renacimiento Español y uno de los autores representativos del Siglo de Oro español.
Su poesía es un delicado relato del estado vital de su existencia: un hombre profundamente enamorado de Dios. Su poesía describe en figuras lúcidas el estado de su alma: hay densa oscuridad y radiante luz; fría soledad y cálida compañía; amargo silencio y dulce voz; todos en un vaivén dialéctico que expresa la armonía del éxtasis de un poeta que habita entre el cielo y la tierra. Así, sus versos manifiestan la realidad de un espíritu encarnado.
Juan de la Cruz trascendió en la historia con su ingeniosa pluma; la belleza de su poesía mana de la verdad de su palabra que, a su vez, ha sido fecundada por el amor. Hallamos en sus versos la historia de un romance sin tregua; verso a verso detalla escenas de la intimidad que sucede entre Dios y el alma.
El silencio es la clave de su palabra; la escucha es su fuente; la soledad, su escenario y el amor, su destino. Así lo sugieren sus versos:
¡Cuán manso y amoroso
recuerdas en mi seno
donde secretamente solo moras
y en tu aspirar sabroso
de bien y gloria lleno
cuán delicadamente me enamoras!
El poeta es un maestro seguro para quien decide amar. La lectura de su poesía es un antídoto contra el ruido de nuestra época que aturde los sentidos y trastorna los afectos. La musicalidad de sus versos invita a la escucha paciente para descubrirnos amados y amantes. Sin duda, hallaremos en sus letras el canto de un alma que no está dispuesta a ceder su libertad a menor precio que el amor, siendo éste el criterio único para discernir las luces y las sombras de la vida.
Juan de la Cruz: religioso, poeta, místico, santo, será buena compañía para hallar la armonía cotidiana, dirigiendo los sentidos del lector a la fuente del verdadero amor:
¡Qué bien sé yo la fuente
que mana y corre,
aunque es de noche!
(…)
Su origen no lo sé pues no le tiene,
mas sé que todo origen de ella viene,
aunque es de noche.
(…)
Su claridad nunca es escurecida
y sé que toda luz de ella es venida
aunque es de noche.[2]
[1] Poema «Llama de amor viva».
[2] Poema «Cantar de la alma».
[1] Poema «Llama de amor viva».
[1] Poema «Cantar de la alma».