Arte conceptual y nueva figuración

La historia de lo que sucede hoy, solo podrá apreciarse y comprenderse en el futuro, eso quiere decir que no sabremos bien lo que hoy en día sucede ni los fenómenos que se generaron en las sociedades, a raíz de eventos políticos o sociales, hasta que los historiadores nos entreguen su visión, fruto de sus investigaciones; pero entonces ya será en pasado.

Hoy se puede dimensionar que Marcel Duchamp marcó una importante línea que rompió con la forma de entender el papel del artista y de la obra de arte. Duchamp, de quien hablamos en el dadaísmo, en sus denominados “ready made”, tomaba un objeto que le pareciera interesante, lo “intervenía”, es decir, le adicionaba algún elemento o lo pintaba o etiquetaba y lo firmaba, para presentarlo como su obra con un título provocativo, quitándole la función para la que estaba hecho.

Hasta entonces, el artista había creado sus obras sirviéndose de sus muchas o pocas habilidades técnicas, con un mensaje que éste considera importante para sí mismo o para el espectador, pero Duchamp empieza a cambiar eso, poniendo el énfasis en el concepto y no en la obra, mucho menos en su ejecución o la habilidad o maestría que se supone debe tener el artista.  Este momento es muy importante en la historia del arte, porque a partir de ahí, el foco está en lo que dice el artista y no lo que produce el artista, es decir, nace el arte conceptual, que pone el concepto por encima del objeto.

Durante la década de los 60s, el arte conceptual es ya una expresión muy generalizada en Estados Unidos, Francia, Italia e Inglaterra mayormente, donde se suceden varias tendencias que son conocidas y celebradas por las nuevas sociedades, inmersas en un mundo polarizado, con nuevas ideas y, sobre todo respondiendo a la necesidad de libertad que se estaba manifestando en todos los ámbitos.

En el arte conceptual se quiere hacer reflexionar al espectador y no solo estimular sus sentidos; que el público también sea parte del proceso, que pueda disfrutar de una obra de arte sin que exista una obra de arte físicamente y viva una experiencia estética sin la presencia de un objeto artístico, mediante actividades multidisciplinarias. Así surge el “Hapening” (acción),  la Instalación o el “performance”. Los límites entre una y otra no son rígidos, se combinan y confunden, porque el arte se vuelve más ideológico y responde a la actitud contestataria que, sobre todo los jóvenes, están manifestando. El arte, como nunca antes, es usado para expresar ideas, se usa como un arma de protesta más por la liberación sexual, el feminismo, los movimientos anti bélicos (es el tiempo de la guerra de Vietnam). Surgieron grupos como el “Art & Language”, creado por Terry Atkinson, el movimiento “Mail art”, de Ray Jonson, y el Movimiento “Fluxus”, liderado por George Maciunas y en el que participó Yoko Ono entre otros.

También hubo quienes trabajaron de manera individual, como Carl Andre, Robert Barry, Douglas Huebler, Joseph Kosuth, Lawrence Weiner, Yves Klein y Piero Manzoni.

Simultáneamente surgieron otras tendencias, entre las que se encuentran el Land art, que interviene la naturaleza misma o el Body art, que utiliza el cuerpo humano como base para su expresión y varios movimientos más que participan de mismo espíritu, de esa necesidad de expresión, de innovación y  manifestación.

Por otro lado, en 1970 nace en Paris el Support/Surface de Claude Villat y Louis Carre, entre otros, que, bajo la consigna “Pintura-Pintura”, defienden que la pintura sea de nuevo la forma y el color sobre el lienzo.

Por este camino, en los años 80s surgen nuevas tendencias que se conocen como posmodernas y que marcaron una nueva ruptura, motivada con la pérdida del carácter y contenido del arte. El posmodernismo es una reacción ante el desgaste que todas esas “innovaciones” hicieron en el arte, alimentadas por un mercado voraz y una crítica inoperante.

Actualmente el flujo del arte en el mundo se mueve en todas direcciones; hay artistas figurativos, abstractos, conceptuales o con muchas otras etiquetas y, aunque pueda haber “modas” – a veces marcadas por líneas institucionales o comerciales -, la oferta es múltiple y el arte es siempre un fenómeno vivo y en continuo cambio.

Personalmente, considero que la libertad y la honestidad; el trabajo, la búsqueda y la experimentación, siempre congruentes con la filosofía individual, es lo que hace que una obra sea valiosa. Será exitosa, desde el punto de vista estético, si logra transmitir lo que el artista se ha planteado como objetivo y, con suerte, llegue a ser también un triunfo comercial; pero eso ya depende de muchos otros factores no siempre relacionados con la calidad, aunque también sucede con frecuencia.

Al final, la historia en el futuro nos dirá lo qué está pasando con en el arte en este 2021.

Renatta Vega Arias

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