88 años directos al declive total
Por Alejandro A. Hernández Romero*
Un 4 de marzo de 1929 después de la Revolución Mexicana de 1910, el entonces Presidente de la República, Plutarco Elías Calles, quien posteriormente habría sido exiliado por su homólogo el General Lázaro Cardenas, mandaría a llamar a toda la cúpula revolucionaria para detener los asesinatos a causa de la posesión de la silla Presidencial. Cansados de eliminarse unos a otros, y con el escudo del asesinato de Álvaro Obregón, decidirían a bien formar el Partido Nacional Revolucionario, (mucho de partido y poco de nacionalismo revolucionario).
La Presidencia de la República se convertiría así en una dedocracia e incluso en una especie de «dictadura perfecta», como lo decía Vargas Llosa, aún cuando Octavio Paz estaba en contra de ese término. Posteriormente en 1938, a la llegada del General Lázaro Cárdenas, cambiaría totalmente la estructura del PNR, para la formación del Partido de la Revolución Mexicana, en cuyo partido uno de los pilares era el ejército mexicano.
Imparable y reconocida la administración del General Cárdenas, apoyando a los obreros, campesinos, sectores populares y desde luego al ejército de nuestro País. Acertadamente el Partido político eliminaría de sus pilares al ejército, transformando la estructura pos-revolucionaria formando así al actual Partido Institucional Revolucionario, (PRI), postulando por la misma dedocracia al primer Presidente de la República Civil, Lic. Miguel Alemán Valdez. A 88 años del nacimiento del partido político más reconocido y a la vez uno de los más odiados del País, enfrenta un declive extraordinario, desde el militante que ocupa la Presidencia de la República hasta el militante más escondido del PRI.
Al parecer la misma fórmula de dedocracia implementada por sus antecesores, pareciera inútil ante la llegada de la democracia a México. El mentirle a la población a sabiendas de que la misma tiene la verdad es demagogia, mitomanía e incluso deshonor para los Priistas que lo practican, (incluidos chaqueteros que hoy militan e incluso tienen cargos de elección popular en otros partidos políticos).
Difiero con el Presidente Peña. Él dice que el partido en el que milita ganara las elecciones en 2017 y 2018.
Las elecciones las gana la ciudadanía, las gana un candidato empleado de la misma ciudadanía y no un partido político. Hasta el momento y aún aprovechándose de la pobreza, el hambre y la necesidad de los mexicanos olvidados y muchas veces marginados por los «cultos e intelectuales» de ciudad que muchas veces los culpan por la situación denigrante de nuestro País; NO OBTENDRÁN EL TAN DICHOSO TRIUNFO QUE ESPERAN. Lo único que pueden obtener es una felicitación de lastima en estos 88 años de existencia, esperando que los verdaderos Priistas logren rescatar al partido para que así y solo respaldando y viendo por el bien de la población Mexicana, obtengan nuevamente el respeto y la felicitación que hasta el momento no merecen.