INAH localizan muro circular de cráneos en el Centro Histórico

El INAH anunció el hallazgo del extremo este y la fachada del Huei Tzompantli de México-Tenochtitlan

Los investigadores del Programa de Arqueología Urbana del INAH localizaron el extremo este y la fachada externa del Huei Tzompantli de México-Tenochtitlan, la gran plataforma con empalizada que los mexicas consagraron a Huitzilopochtli, su dios tutelar.

El hallazgo de esa parte de la torre o muro circular de cráneos humanos, de 4.7 metros de diámetro, es resultado del seguimiento a los trabajos de remodelación del edificio histórico ubicado en República de Guatemala 24, informó ayer la dependencia en un comunicado, en el que se aclara que hace cinco años se descubrieron los vestigios del extremo noreste.

Raúl Barrera, titular del PAU, y Lorena Vázquez, jefa de campo en la excavación, señalan que fue en marzo pasado, conforme se descendía en el nivel de piso para recimentar un muro que corre de norte a sur en el costado oeste del pasillo central del edificio histórico, cuando se detectaron los primeros cráneos fragmentados de la estructura circular.

La evidencia, explican, demuestra que, “una vez caída México-Tenochtitlan en manos de los soldados españoles y sus aliados indígenas, se dio paso a la destrucción de la mayor parte de la última etapa constructiva del Huei Tzompantli, por lo cual se arrasó con los cráneos de la torre, cuyos fragmentos dispersos han sido recuperados y analizados por el equipo de antropología física”.

Los arqueólogos han descendido 3.5 metros, logrando identificar tres etapas constructivas de la plataforma mexica, que se remontan, al menos, a la época del tlatoani Ahuízotl, quien gobernó Tenochtitlan entre 1486 y 1502.

En esta nueva fase de las obras, “se han visualizado, superficialmente 119 cráneos humanos de la sección este de la torre, los cuales se suman a los 484 identificados anteriormente”, comenta el antropólogo físico encargado del análisis del material óseo, Rodrigo Bolaños.

Desde el análisis visual, Bolaños agrega que “en esta fachada hay tanto cráneos de hombres como de mujeres y de, al menos, tres niños”.

Se aprecian también, detalla, modificaciones cefálicas tabulares erectas y tabulares oblicuas, lo que indica que los individuos realizaban esta actividad como parte de sus prácticas culturales e identitarias.

Si bien estos individuos son una muestra importante de la población del periodo Posclásico –añade Lorena Vázquez–, cada uno de estos cráneos forma un elemento arquitectónico que es parte del edificio y del discurso simbólico del mismo”.

Barrera explica que estos trabajos son resultado de la colaboración entre el INAH y los propietarios del inmueble, lo cual ha permitido la investigación y salvaguarda del patrimonio arqueológico.

En esta fase, se cuenta también con la asesoría de la jefa de restauración del Museo del Templo Mayor, Adriana Mariana Díaz de León.

TEMPLO CONSAGRADO A LA VIDA
En Mesoamérica, el sacrificio ritual se practicaba bajo la noción de que, a través de su ejercicio, se mantenía con vida a los dioses y, por ende, se daba continuidad a la existencia del universo. Esta visión, incomprensible para nuestro sistema de creencias, convierte al Huei Tzompan-

tli en un edificio de vida más que de muerte.

Si bien, destacan Barrera y Vázquez, este imponente monumento también era una declaración de poder y principios bélicos para los enemigos de los mexicas, es probable que muchos de quienes fueron capturados en combate, hayan sido sacrificados como nextlahualtin (pago de deudas), buscando con ello ser favorecidos por los dioses otorgándoles vida a cambio.

Aunque no podemos determinar cuántos de estos individuos fueron guerreros, quizá, algunos eran cautivos destinados para ceremonias de sacrificio. Sí sabemos que todos fueron sacralizados, es decir, convertidos en dones para los dioses, por lo cual se les vestía y trataba como tales”, expresa Barrera.

Finalmente, la secretaria de Cultura federal, Alejandra Frausto concluye que, “a cada paso, el Templo Mayor nos sigue sorprendiendo; y el Huei Tzompantli es, sin duda, uno de los hallazgos arqueológicos más impactantes de los últimos años en nuestro país”.