El arte nos rodea.

Por: Renatta Vega Arias

En 2013 llegué a vivir a Coatepec. Antes de eso, viví 45 años en la Ciudad de México, en una zona muy arbolada y linda, pero nunca como el lugar donde vivo ahora. Vine buscando paisaje, porque pinto paisaje y porque tengo la necesidad de estar junto a la naturaleza. En suma, buscando rodearme de belleza.

Soy Renatta Vega Arias, nacida en el entonces Distrito Federal. Estudié la carrera de Educadora y he dedicado más de 25 años a la docencia a todos niveles, desde pequeñitos de maternal, hasta personas de la tercera edad. Desde los doce años empecé a aprender cómo pintar, en la casa de Cultura de mi localidad y en 1987 ingresé a la Escuela Nacional de Artes Plásticas, que se conoce como Academia de San Carlos, de la UNAM, para cursar la Licenciatura en Artes Visuales, donde acredité las materias que comprendía el programa de aquel entonces : Principios del orden geométrico, educación visual, dibujo, historia del arte, diseño, teoría del arte, técnica de materiales, dibujo anatómico, costos y presupuestos en el tronco común, durante los tres primeros años, así como los talleres que elegíamos como nuestra rama a desarrollar de manera personal, que en mi caso fueron pintura y grabado tres años y un año de escenografía y muralismo.

 

En todo este tiempo han sucedido muchas cosas que pueden verse como buenas o no tan buenas en el arte y su enseñanza, pero algo no ha cambiado: Para que el arte cumpla su función, se necesitan creadores y espectadores. Los creadores nos preparamos, unos más o menos que otros, pero la mayor parte de los espectadores son personas que no siempre saben que desconocer a cerca del arte no es ningún obstáculo para disfrutarlo. Tal como una persona que vemos pasar todos los días, seria y ensimismada y creemos que es muy aburrida, pero que, una vez que la empezamos a tratar, resulta ser de lo más simpática y agradable, el arte es juzgado como aburrido y pareciera que escuchar las palabras arte o cultura, nos produce sueño. Pero si nos damos la oportunidad de “platicar con él”, veremos que es muy interesante y que dedicando un poco de tiempo e interés a conocerlo, podemos hacer una amistad para toda la vida.

Hay mucha gente que dice que esos temas le son ajenos, sin embargo, por ejemplo, en estos días de confinamiento, el arte ha sido una excelente compañía para disfrutar de la vida y hacerla entretenida. En casa podemos ver y escuchar conciertos. Nos sentamos a leer algún libro si se nos antoja y es muy común ver películas, escuchar música, bailar, hacer fotografías o dramatizaciones para grabarlas y compartirlas en las redes. También decoramos nuestras casas con cuadros, posters, esculturas, vitrales y algunos hasta murales, según sus preferencias y posibilidades. Pues esa es la demostración de que vivimos rodeados de arte y disfrutamos de su compañía.
Hay obras que no podemos explicar por qué, pero nos llaman. Y es que el arte tiene una enorme fuerza, entra por nuestros sentidos al inconsciente y nos influye desde allí. Es tan poderoso, que de pronto nos encontramos tarareando una canción que se nos pegó en el camino, así mismo almacenamos las imágenes y los mensajes que nuestros sentidos captan.
Hace algunos años hice una invitación para inaugurar una exposición de mis pinturas. Todavía no usaba las redes sociales y las imprimí para repartirlas en mano. Uno de los invitados a quien llevé personalmente la invitación, que era el dueño de la panadería y que me caía muy bien, la miró, la leyó y evidentemente sin comprender nada, me preguntó ¿para qué es? – Para asistir a la inauguración de una exposición de mis cuadros, – le dije muy contenta -. ¿Pero, para qué? – insistió- .

No recuerdo qué le dije, ni si asistió o no, pero su pregunta me ha rondado por años ¿Para qué una persona querría ir a la inauguración de una exposición de los cuadros que pintara yo u otro artista cualquiera? ¿Para qué? ¿Por qué?
Tuve la ocasión de escuchar la plática de un grupo de personas en una exposición. Para mí fue una suerte poder oírlos sin que supieran que soy pintora, solo era invitada de un colega de otro país y no conocía a nadie. Me encontraba cerca de un pequeño grupo de amigos entre los cuales era evidente la confianza y sin querer ni ser parte el grupo, escuché la charla. Una persona comentó “Yo no sé de arte y me da vergüenza y miedo venir a estos eventos, porque si me preguntan y digo una tontería que se me ocurra, se van a burlar de mí”. Si, – agregó otro interlocutor- “Y luego el artista dice que su cuadro quiere decir una cosa y yo lo veo y no encuentro nada de eso en el cuadro”. Entre risas, concordaron que lo mejor era el vino y los bocadillos.

A mí no me extraña que eso suceda, porque no nos enseñan a apreciar el arte y nadie tiene la obligación de saberlo, pero yo he disfrutado muchísimo de visitar las exposiciones y los museos, por eso quisiera que toda la gente supiera de qué se trata y cómo hacer para pasarla bien en una exposición y sacarle jugo a la experiencia. Yo quiero que las personas se sientan animadas a vivir una verdadera experiencia estética, donde lo único que necesitarán es un par de ojos de regular capacidad visual y un corazón al que le den permiso de sentir. Habrá mucho que le digan de las obras los “especialistas”, incluso el autor, pero lo que importa es la opinión de quien está viendo el cuadro.