La educación antes que la belleza
La primera dama de Estados Unidos y la jequesa de Qatar entregan el premio a la innovación en educación a la afgana Sakena Yacoobi
Cuando los talibanes prohibieron la educación de las niñas, Sakena Yacoobi apoyó la creación de escuelas subterráneas caseras en las que entraron 3.000 menores. Esta profesora afgana, exiliada y educada en Estados Unidos, dio clases a sus compatriotas en los campos de refugiados de Pakistán y se dio cuenta de que la educación que a ella le había cambiado la vida podía cambiar la de su país. Preside el Instituto Afgano de Aprendizaje, que forma docentes “con pensamiento crítico” y que ha ayudado a instruir a 12 millones de personas en áreas rurales y marginales. Por su labor, Yacoobi recibió ayer el premio WISE de manos de dos relevantes mujeres.
En la sesión inaugural de la Cumbre Mundial de la Innovación en la Educación (WISE, por sus siglas en inglés), la primera dama de Estados Unidos, Michelle Obama, y la jequesa de Qatar, Mozah bint Nasser, le dieron el galardón. “Mi aspiración no es un sueño pequeñito. Mi objetivo es que Afganistán levante la cabeza”, deseó Yacoobi en el arranque de esta convención que se celebra cada año desde 2009 en la capital de Qatar, Doha, con más de 2.000 participantes de 150 países y 50 medios internacionales invitados al evento, entre ellos este diario.
Ante un auditorio de 1.600 personas, Michelle Obama reivindicó también la educación de las mujeres con sus recuerdos pasados que para muchas otras son aún presente: “Cuando mi abuela nació, las mujeres no podían votar. Cuando mi madre era una joven esposa, no podían tener una tarjeta de crédito”. Más de 62 millones de niñas en el mundo siguen sin escolarizar. La Casa Blanca tiene un programa, Let Girls Learn (Dejemos que las chicas aprendan), que supervisa directamente la primera dama, con 7.000 voluntarios en 11 países. Michelle Obama pidió ayer más esfuerzos para aumentar y mantener la educación de las adolescentes en riesgo. “Cuando las niñas llegan a la adolescencia, son vistas como mujeres y se convierten en víctimas de todos esos sesgos de la sociedad que tienen que ver con el género”. “Aberraciones”, dijo, como la ablación o “tabúes que dicen que la menstruación es algo vergonzoso”. “Que sus cuerpos sean fuente de orgullo, no de vergüenza”, reclamó desde el estrado.
La primera dama se felicitó por lo lejos que le ha hecho llegar su título universitario, una trayectoria que le resultó más difícil por ser mujer. “Se me dijo que jamás nadie me iba a admitir en una universidad prestigiosa, pero tuve suerte porque mis padres creían en mí y albergaban grandes sueños para mí”.
En Qatar, dos terceras partes de los estudiantes universitarios y el 40% de la mano de obra son mujeres, según los datos oficiales. “Eso no es casual, es gracias al liderazgo de la jequesa”, agradeció Obama. En su intervención, Mozah bint Nasser puso el foco en el drama de los refugiados. “Estamos retrocediendo a la velocidad de la luz”, denunció la segunda de las tres esposas del antiguo emir de Qatar, Hamad bin Jalifa Al Thani, y presidenta de la Fundación Qatar, que impulsa la cumbre educativa. “Nuestras escuelas se han convertido en cementerios, y nuestros estudiantes y profesores en refugiados o cadáveres que llegan a las costas europeas”, lamentó.
Tras sus discursos, una anécdota recordó en la sala que era un día para las mujeres, pero en un mundo de hombres. Un joven qatarí intervino desde el público y preguntó si debería esperar a que su mujer terminara el doctorado para casarse. Le respondió una premio Nobel de la Paz, Leymah Gbowee. La activista liberiana que lideró a las mujeres de su país para presionar a sus maridos a poner fin a la guerra civil en 2003, tras 13 años de conflicto, le miró sentada desde el escenario y sentenció: “Si usted no está dispuesto a esperar, seguro que habrá alguien que valore más la educación que la belleza”. (El País)