“No sabemos ni quién ha ganado, ni quien ha perdido”

Por:Felipe De Jesús Fernández Basilio

Tal y como cantan en “La Verbena de la Paloma” al término de la noche electoral no supimos quién fue el vencedor y hay que esperar unos días hasta que se lleven a cabo los conteos de votos en estados que difirieron en su ley electoral el escrutinio de los votos emitidos con anticipación para conocer el resultado de las elecciones presidenciales de los Estados Unidos de América.

Esta situación es bastante inusual ya que normalmente durante la misma noche electoral se conocen los resultados y los discursos tanto de concesión como de victoria, así se les llama en el argot electoral norteamericano a los discursos que dan el que pierde y el que gana, más esta vez no hubo ninguna de las tres cosas ya que contrario a lo que los medios de comunicación y los analistas anunciaban la contienda se cerró en el último momento.
Y así es, después de ver el aislamiento comercial y diplomático estadounidense, los disturbios raciales, los escándalos personales y familiares del presidente, la crueldad migratoria, el manejo de la pandemia y hasta los insultos y el maltrato del presidente a la prensa y al final de la prensa al ejecutivo, la expectativa en las elecciones no era saber si había reelección o no sino que era saber el margen por el que perdía el presidente y si daba para un conflicto postelectoral o era una barrida.

Parafraseando a la Serie Mundial, la cuestión era saber si Biden ganaba en cuatro o en cinco juegos y resultó que la serie se fue hasta el séptimo y todavía está en extrainnings y si gana que es lo más probable, lo va a hacer por mucho menos que una nariz.

Las causas que llevaron a esta situación que además es bastante preocupante para la campaña demócrata son varias y muchas de ellas son muy conocidas.

En primer lugar el candidato no era muy bueno que digamos, de hecho su ventaja la debe al rechazo que Trump genera, ya que no es muy carismático y principalmente no refleja la sangre nueva que la coyuntura requiere y no lo digo por su edad ,sino porque es un político que ya ha ejercido casi todos los cargos por ejercer o sea que tiene un “cursus honorum” muy amplio pero que por lo mismo representa a la generación que ya se va y no a personajes nuevos; problema que además el partido demócrata no puede resolver y para ello basta ver tanto a los últimos candidatos que ha presentado como a los que perdieron las primarias con Biden.

Otro aspecto a resaltar es que la campaña demócrata nunca quiso o pudo contrarrestar las mentiras y la desinformación que Trump y su campaña propagaron a los cuatro vientos diciendo que Biden era un comunista y contrario a los valores de los creyentes católicos y protestantes fanáticos que en Estados Unidos abundan, cuando los hechos son notoriamente diferentes a lo que se hizo creer, ya que nunca en la historia norteamericana un político comunista ha estado en las grandes ligas ni siquiera a nivel local y Joe Biden en su vida personal es un católico practicante y sin embargo los falsos rumores pulularon sin obtener ninguna respuesta.

Pero para que este cierre tan apretado se diera no solo hizo falta que el candidato puntero no fuera lo suficientemente consistente para defender su ventaja, también el presidente en funciones tuvo sus aciertos y es que el último mes de campaña lanzó una ofensiva desesperada tipo pase Ave María de futbol americano, que cuando lo escuché pensé que si las condiciones se hubieran dado y la hubiera hecho unos dos meses antes, gana la elección.
Y es que esa última ofensiva consistió en pasar al ataque en el frente en el que más duro le golpeaban y ese es precisamente el de la pandemia y hasta la fecha resuena el “¡Covid, Covid, Covid, estamos hartos de escuchar la palabra Covid!” en la tele, en la radio, en los periódicos, en la calle, al trabajar, al irse de diversión, diciendo que si perdía iban a cerrar escuelas y centros de trabajo y todo para nada, ya que la enfermedad se va a propagar de la misma manera.

Eso en política es una jugada maestra que consiste en generar un golpe de efecto, ya que se apela a una coyuntura inmediata que causa zozobra en el potencial elector y se deja de lado otras cosas que a la larga dan mejores resultados y son políticas públicas más sensatas como el apostar por las energías limpias o llevarse mejor con los socios comerciales pero lo que al elector estadounidense, y de cualquier parte del mundo, promedio lo que le importa en este momento es que le permitan trabajar en paz y llevar el sustento a su familia o salir de compras sin que lo molesten y más si se dan cuenta que en otros lados que han restringido todo, los resultados son prácticamente los mismos en cuanto a contagios y decesos pero aparte se causa pobreza.
Ese argumento como todo en política tiene su dosis de engaño ya que, si bien es cierto que el planteamiento es correcto en cuanto a la lógica y el sentido común también lo es que tiene un defecto y ese en el caso particular de Estados Unidos radica en que esas medidas generalmente son locales y la autoridad federal es mera espectadora y por lo tanto no lo podría cumplir.

Pero más allá de eso, le funcionó de maravilla, ya que gracias a esa ofensiva ahora se encuentra todavía en la pelea y al menos puede intentar maniobras jurídicas para revertir resultados, a mí en lo particular eso no me gusta ya que el voto se debe de respetar siempre y entre menos se judicialicen las elecciones es mejor ya que un tribunal nunca debe de sustituir a una casilla electoral, pero obviamente los que van perdiendo y más si son malos perdedores como es el caso de Donald Trump, pues esa es su apuesta.

Mas en el contexto general la elección se va a resolver con el voto a distancia que fue enviado por correo incluso antes de la última ofensiva de Trump y por eso no creo que le vaya a alcanzar para remontar la elección y ahora lo que vamos a ver es una historia muy conocida en México que va a ser el “voto por voto, casilla por casilla” que en este caso curiosamente es detener los conteos y sacar de la jugada muchos votos anticipados, los cuales son legales en los estados que lo permitieron y por lo mismo deben de contar por igual que los presenciales.

Más si algo ha demostrado Donald Trump es que no sabe perder y va a hacer hasta lo imposible para sabotear el resultado de la elección y cuando haya agotado todas las acciones legales, quizá transite a establecer un “gobierno legítimo” y a ser el presidente moral en el corazón de los estadounidenses.

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