Ahora que la sangre ya no corre por mis venas

Estando aquí, he tenido tiempo para platicar con mis nuevos, pero también eternos compañeros. Algunos de ellos me han contado lo que hicieron antes de llegar aquí, y se abrazan tanto a aquel pasado, que me llevan con ellos a sus recuerdos, y es entonces cuando siento que me pesa este lugar, pero cuando pienso que ya todo se acabó, me siento afortunado, aunque te confieso, nunca me he dejado de sentir solo, creo que la soledad fue la única que nunca me atreví a soltarle la mano. Otros han empezado a olvidar lo que fueron, y los que llevan más tiempo, esos temas ya no forman parte de sus preocupaciones, sinceramente ya nada ocupa sus pensamientos ni nada les parece relevante, dicen que esa es la última etapa. ¿Y después?

Ya todo se acabó, la frase que antes de llegar aquí me resultaría perfecta cuando la pudiera articular, pero ahora que lo hago me doy cuenta de que realmente nada se ha terminado: sigo solo, pienso en todo lo que ya se me ha ido de las manos, lo que se quedó lejos de mis brazos, lo que tú ya no podrás escuchar de mis labios, los olores que se me han desvanecido, lo que jamás podré tocar, y lo que más me duele, es saber que ya no volveré a formar parte de tu vida y de tu espacio.

Algunos de mis compañeros dicen que con el paso del tiempo, (si se le puede asignar algún nombre a este compañerito que nos toma siempre de las manos y nos guía por algún camino, o quizás nunca ha existido, y solo lo mencionamos para no sentir aquella carga del final que se nos muestra inalcanzable); pero algunos dicen que después de que llegue a nuestro vocabulario la palabra costumbre ya nada pesará, los recuerdos se convertirán en sueños, los sueños en imágenes, las imágenes en amnesia, y la amnesia en letras de un abecedario que ha dejado de pertenecernos y, finalmente gozaremos de una paz, si es que todo marcha bien, donde ya no habrá nada en qué pensar, nada que esperar ni mucho menos nada a que huir, y quizás lo más difícil que te podría parecer, nada que recordar.

Pero no todo es tan sencillo, quizás ya nada alterará nuestros pensamientos o emociones, nada nos dolerá ni consumirá nuestras energías para nuestro bien o mal, pero tampoco ya nada nos dará satisfacción, y será entonces cuando aquella paz, la más anhelada en otra época de nosotros, por asignarle algún nombre, ahora será nuestra única compañera y a su vez pesadilla, y claro, siempre irá de la mano con la soledad, la única que nos traemos al llegar aquí, porque absolutamente todos no pertenecemos a ninguna historia, no nos conocimos antes y dejará de tener importancia la llegada o estancia de alguno de nosotros, porque si ya nos borramos ante tus ojos, lo que suceda aquí será más sencillo.

Ya he conocido a todos mis acompañantes: algunos son sombríos, otros sonrientes, algunos más misteriosos y otros brillan por su aislamiento, confieso que yo he decidido hacer lo mismo que estos últimos, porque he decidido darme el tiempo para pensar, antes de que esta nueva paz, una paz que pesa demasiado empiece a dominarme, y me olvide de que alguna vez existí, o de que alguna vez he tocado, he mirado, y he hablado a un ser tan maravilloso como tú.

¿Este es el final? Si ya he llegado aquí y he experimentado sensaciones que no he encontrado las palabras para describir, y que me siento tan ligero, pero tan ausente a la vez, que creo que ya no tengo la respuesta, y digo que ya no, porque antes ilusamente decía saberla, cuando aún podía percibir el olor de tu presencia.

¿Sabes? Ya no sé si aquí existen las etapas, las sensaciones, las puertas, las entradas y las salidas, no sé cómo me permití llegar hasta este lugar, no sé como llegué a este lugar, no sé qué es esto. Solo intentaré describirte qué es lo que siento, si se le puede llamar sentir a lo que se experimenta aquí: no siento que haya un reloj en mi cabeza que me diga ya es hora de, no sé si existan las horas, no sé si nos importan las horas. Nada me emociona y nada me angustia. No siento que estoy esperando algo pero tampoco me siento con energía de esperar. No sé si se le pueda llamar energía a esta sensación de no intentar hacer algo, o de simplemente dejar todo fluir, pero ¿dejar fluir qué? Te repito que aquí solo se percibe paz, nadie se conoce, todos tuvimos una historia que se nos fue o nos arrebataron de las manos, y sinceramente yo no sé cuál de los dos fue mi caso.

Este es un lugar sin prisa, sin alteraciones, sin lágrimas, sin enfermedades, sin salud, no importa el reloj, no existe un reloj, no se siente el paso del tiempo, no sé si existe el tiempo, no nos preocupamos por un mañana, el ayer ya no existe, y solo tenemos el ahora, un ahora que no tiene etiqueta, ni un principio ni un final, porque cuando yo llegué aquí, esto ya existía

Te lo presento, este es el lugar donde habito. No te digo su nombre porque tú puedes asignarle el que más te guste, no te invito porque ni siquiera yo sé cómo le hice para llegar aquí, no te lo muestro como un lugar monstruoso porque en realidad aquí no existe nada que a tus ojos podría resultar así, porque en realidad aquí no hay nada.

Si eres amante de quedarte sentado y ya no quieres sentir ni experimentar nada, esto es para ti, pero te advierto que aquí renuncias a lo que tuviste sin tener tiempo para pensarlo, después lo olvidas ¿y después? Nada.

Pero seamos honestos, nadie desearía que su único acompañante sea la nada, porque créeme, antes de que me deje conducir, quiero que sepas que daría lo que fuera por aún poder sentir tu presencia.

 

Fin.