La teniente de la rosa en la rodilla
Por Armando H. Noriega
Salía el agua tibia de la regadera, el vapor empezaba a empañar el espejo del baño, mientras la teniente de policía Laura Reyes se estaba quitando la ropa para darse un baño después de haber terminado su turno, hace una pausa se queda observando la cicatriz que le había quedado en la rodilla, era una cicatriz causada por evitar un crimen hacía poco más de un año, fue en el verano pasado, estaba en un caso de encubierta, había logrado infiltrarse en una banda de falsificadores de billetes y venta de productos apócrifos, le venían siguiendo la pista desde hacía poco más de dos años, el caso se lo habían asignado a su comandante Alejandro Jardón, mismo que la mandó llamar por su impecable carrera dentro de la corporación y por sus estudios, ella estaba graduada como psicóloga, tiene una maestría en perfiles criminales, el comandante Jardón tenía una carrera en derecho, una maestría en criminalista, era su compañero y pareja sentimental el subteniente Carlos Ibarra, él tenía una carrera en Humanidades con una especialidad en programación neurolingüística.
Ya eran tres los municipios que estaban inundados de billetes falsos, eran billetes de baja denominación, muy bien hechos, casi perfectos, los billetes pasaban todas las pruebas de seguridad, lo que tenían en común era que todos tenían el mismo número de serie, la única diferencia es que en cada municipio cambiaba el número, todos eran utilizados en zonas de alto poder adquisitivo, en el primer municipio el fraude alcanzó la cantidad de cinco millones de pesos, en el segundo alcanzó un fraude por seis millones y medio de pesos, en el tercero el fraude ya iba en los cuatro millones de pesos, ya tenían bien ubicados a tres sospechosos, les iban siguiendo la pista sin levantar sospecha alguna, ya que el objetivo era dar con el líder de la banda, la fábrica de billetes, los sospechosos eran jóvenes de entre veinticinco y treinta años, vestían ropa y accesorios de marca, acostumbraban entrar a tiendas departamentales, joyerías, restaurantes de lujo, siempre se movían en autos promedio para no levantar sospechas.
Después de varios meses de investigación y dado que los billetes circulaban rápidamente y por obvias razones, salían de los municipios donde empezaron a circular, la teniente Reyes después de un análisis profundo en los billetes detectó que iniciaron en el municipio de Atizapán ya que esos billetes, todos, tenían el número de serie A01352930, los del segundo municipio que era Huixquilucan porque tenían el número de serie H03752760, se dieron cuenta que ya habían iniciado en otro municipio, todo apuntaba que era el municipio de Metepec porque el número de serie era M05452150.
El comandante no estaba asombrado del talento de la teniente Reyes, dado al meticuloso estudio a cada billete hecho, mientras que el subteniente Ibarra le seguía la pista a los sospechosos, eran dos hombres y una mujer, los tres, ya se movían de una forma muy predecible para el subteniente Ibarra, desde su forma de caminar, los ademanes con las manos, la forma de ver los aparadores, lo más importante la forma de comunicarse entre ellos con ciertas miradas, distintas señales con movimientos, hasta en la forma de vestir, en este último siempre portaban algo que los distinguía, era un accesorio con la misma figura, ya tenían los datos de los trapaceros registrados, solo estaban esperando la indicación del comandante para poder detenerlos y poder interrogarlos.
El comandante había analizado los informes de su equipo, tanto en la descripción de los billetes como los movimientos de los sospechosos, Le parecía increíble lo que los cacos estaban haciendo, tal parece que les estaban indicando su próximo paso, cada número de serie de los billetes le indicaban la inicial del municipio, el número de municipio y el código postal donde iban a realizar el cambio de billetes, el proceder de éstos mixtificadores era muy peculiar, con respecto a su forma de actuar y de vestir, siempre portaban un collar o una pulsera con una oz, vestían con ropa de diseñador, aunque la mercancía apócrifa la distribuían en bazares populares y mercados sobre ruedas, en grandes cantidades, donde el subteniente Ibarra junto con la teniente Reyes detectaron a un nuevo integrante de la banda, se dieron cuenta porque iba acompañado de la mujer que también cambiaba los billetes, los observaron bajándose de un auto clásico de la década de los 60’s, era un flamante deportivo color negro con franjas plateadas, rines de rayos, llantas anchas con cara blanca.
La teniente Reyes decidió en ese momento acercarse a los sospechosos, se acercó al conductor para preguntarle si traía su deportivo una máquina 355 de 8 cilindros en V a lo que el conductor con mirada atónita ante semejante personalidad de la mujer rubia que le hizo semejante pregunta a la cual de inmediato despojándose de sus gafas obscuras aceptó agregando que es un modelo GT 500 edición especial y extendiendo su mano de inmediato presentándose como Manuel Calleja y presentando a su acompañante como Linda Tinoco, esta última una mujer con una presencia y personalidad que impactan a cualquiera, misma que descendió del vehículo lanzándole una mirada de arriba abajo, de esas miradas que fulminan más que un revolver mágnum 44.
Después de varios minutos de conversación sobre el vehículo Manuel la invitó a tomarse un café en una cafetería a unas cuantas cuadras de ahí, a lo que después de pensarlo por unos minutos la teniente Reyes aceptó, después de pactada la hora de la cita la teniente Reyes se retiró del lugar sin antes dedicarle unas palabras cordiales a Linda que no perdió ninguna oportunidad en demostrarle un rechazo absoluto por el atrevimiento que se dio ante su acompañante ya que ella sentía algo más por Manuel, Linda es una mujer de mediana estatura con cabello rubio y ojos verdes, ella generalmente viste de color negro, con una personalidad digna de voltear a verla en cualquier lugar a donde llegara, ya que ella se encargaba de captar la atención de los encargados de los lugares en los que hacían los timos con los billetes en los distintos centros comerciales.
Horas más tarde se escuchó el timbrado de un teléfono, era el de la teniente Reyes, ante las miradas de asombro del subteniente y del comandante ella comenzó a entablar una conversación dando indicaciones de que empezaran a rastrear la llamada, a lo que de inmediato en la comandancia empezaron a activar todos los dispositivos necesarios para ver desde donde provenía la llamada del interlocutor de la teniente, ella con un tono de voz dulce y hasta cierto punto de flirteo con toda la intención de alargar la llamada para poder rastrearla el subteniente no podía ocultar los achares que sentía por la forma de hablar de su pareja sentimental, cuando al fin dieron con el origen de la llamada; se situaba en el interior de unas bodegas de un centro de abasto de un mercado popular en el Estado de México, después de casi cincuenta minutos de conversación cortó la llamada la teniente informando de inmediato que se confirmó una cita con el líder de la banda en un café de una zona exclusiva del área de Atizapán dentro de algunas horas.
De inmediato ella solicitó a su superior un carro con ciertas características de un auto deportivo clásico de los años 80’s para poder así de una manera más sencilla encajar con su ahora cortejador Manuel Calleja, a lo que de inmediato el subteniente Ibarra se opuso por la peligrosidad del caso, cuando lo interrumpió de inmediato el comandante argumentando que no interpusiera sus intereses sentimentales en este caso, es muy importante darle el seguimiento necesario a este logro de la teniente Reyes ya que había logrado un acercamiento muy importante con el líder de la banda, a lo que accedió de inmediato a la petición de la teniente, le ordenó al subteniente la búsqueda en carácter de urgente un automóvil clásico de los años ‘80’s.
Gracias a los contactos del subteniente Ibarra logró adquirir uno de los autos deportivos más apetecidos del mundo en la década de los ‘80’s, su nombre era alusivo a un Dios de la India que simbolizaba la acción, el poder, la belleza y la juventud, era un 5,0 litros (305 CID) HO V8 con 190 caballos de fuerza de un color dorado con el águila en el cofre y convertible, sin olvidar los clásicos rines de aluminio que empezaban a ocuparse en la época y con unos headers que con sólo oírlos imponían a cualquiera respeto por la potencia que reflejaba.
Mientras tanto el comandante le giraba instrucciones a la teniente de cómo lograr infiltrarse a su organización y empezar a rastrear no solo a las cabezas de aquella organización si no también ubicaciones, procedencias del capital, maquinaria recursos, incluso personal coludido de cualquier ámbito, ya sea público o privado, cuando de pronto las instrucciones se vieron interrumpidas por el rugir de un potente motor, producto de la adquisición del subteniente Ibarra de aquel poderoso ejemplar que le había encargado el comandante, a lo cual ambos personajes quedaron atónitos por semejante obtención digno de exposición en cualquier museo.
Algunas horas más tarde en la terraza de aquél café ya se encontraba Manuel, con aquella tranquilidad que le distinguía, encendiendo un cigarro, atendiendo algunos mensajes en su móvil cuando su atención y la de los demás comensales de aquel lugar fue acaparada por un potente rugir de un motor V8, Manuel lo único que hizo fue levantarse las gafas obscuras que portaba y dibujar una sonrisa pícara dirigida a la imponente mujer que lucía tremendo vestido ajustado con un escote pronunciado y dejaba ver una figura espectacular en aquella mujer, que manejaba aquella joya de automóvil que de inmediato fue el punto de conversación de todos los comensales del lugar al ver bajar a aquella mujer.
Minutos más tarde Manuel y Laura después de un saludo cálido y algo efusivo y que ninguno de los dos ocultaron esa atracción del uno por el otro, se encontraban conversando de la pasión de ambos personajes, los carros, después de un par de horas y varias tazas de café ya entrados en un poco más de familiaridad Manuel entre coquetería e interés de estar más tiempo con aquella mujer empezó a preguntar por su profesión, a lo que ella ya esperaba ese tipo de cuestionamientos por parte de él le empezó a explicar que ella es una broquer de negocios de todo tipo, busca necesidades en sus clientes que ella pueda cubrir, desde productos, servicios, hasta contratos entre varios clientes para cubrir alianzas estratégicas entre varios negocios para fusión de distintos tipos de negocios, evidentemente este tipo de cosas llamaron de inmediato la atención de Manuel ya que se ajustaban perfectamente a las necesidades de petardista de él y su organización criminal a lo cual no dudó ni un segundo en concretar otra cita con Laura para el día siguiente a lo que ella quedó en confirmarle al otro día temprano.
Entre el ruido de las máquinas contadoras de billetes se escuchó el timbrar de un móvil que de inmediato fue contestado y sólo se escuchó el pacto de una cita, que Linda por supuesto desaprobó con una simple mirada, Manuel lo único que hizo fue encargarle la contabilidad de los billetes ya que ese día por la tarde los tenían que empezar a distribuir en la zona correspondiente, acto seguido sólo se escuchó cerrar la puerta, el rugir del motor de su coche, momentos más tarde ya se encontraba en un pequeño restaurante donde Laura ya lo aguardaba leyendo un libro de finanzas, acto seguido del saludo se dispusieron a degustar de un desayuno de tres tiempos hablando de trivialidades, momentos más tarde Manuel encontró las palabras precisas de ofrecerle un lucrativo negocio en la comercialización de productos a gran escala, mismo que Laura empezó a mostrar un cierto interés paulatinamente, ella empezaba a analizar la forma de enganchar a Manuel en un negocio a gran escala, hasta que a ella se le ocurrió proponerle distribuir bolsos y accesorios para dama a gran escala a nivel nacional en distintos lugares, argumentando que tenía el contacto con principales distribuidores de mercancía en toda la república.
Mientras tanto el comandante y el subteniente se estaban dando a la tarea de crear los documentos necesarios para que Laura pudiese mostrarle en su momento a Manuel el tipo de contactos con los que contaba y así poder llegar a consolidar ventas a gran escala, para así poder dar con los principales líderes de la distribución, importación, exportación y fabricantes de productos apócrifos dentro del territorio nacional y poder crear condiciones de compra-venta con condiciones muy favorables para poder enganchar a Manuel y socios en esta trampa para poder detenerlos.
Mientras tanto Linda se estaba dando a la tarea de investigar a aquella mujer que la estaba desplazando de Manuel, ya que ella intuía algo muy extraño en aquella rubia que de pronto acaparó la atención de su pretendiente echando mano de algunos contactos que tenía ella dentro de distintas instituciones.
Algunos días después Laura le presentaba a Manuel distintos proyectos para una distribución masiva de sus productos con grandes beneficios para ambos personajes, tanto económicos como personales, sin ella poder evitar la enorme atracción que sentía ella por él, al término de aquella reunión sucedió lo inevitable, fue tal la atracción de ambos que sin planearlo al momento de despedirse ambos se besaron de tal manera que creció dentro de ellos una pasión que inevitablemente él la llevó a un apartamento de varios que tenía dentro del área metropolitana y así sucediendo lo que tenía que suceder.
Al otro día muy temprano Laura se retiró al centro de operaciones donde ya le aguardaban el comandante y el subteniente, éste último con cara de pocos amigos al no saber dónde había pasado la noche su pareja.
Ya a medio día durante el almuerzo, ante los cuestionamientos de su pareja, Laura decidió decirle lo que había ocurrido la noche anterior, antes de que pudiera él reprocharle algo se interrumpió la conversación por el sonido del móvil de ella en la cual en esa llamada le estaba dando fecha y hora para la primer transacción de productos apócrifos, después de terminar la conversación telefónica, ambos policías se dirigieron al centro de operaciones para darle la noticia al comandante.
El operativo tendría lugar en una bodega para la revisión de la mercancía un par de días después, el comandante de inmediato pidió refuerzos para poder llevar a cabo el plan para poder desmantelar a la banda de malhechores y poder ponerlo tras las rejas.
Al día siguiente Laura no pudo evitar el ir a ver a Manuel para poder pasar un rato con su nuevo amor, ambos estaban muy eufóricos por la próxima transacción que iban a llevar a cabo, para el significaba una transacción de muchos millones, pero para ella significaba laboralmente un logro muy destacado, pero personalmente significaba el perder a su nuevo amante y el hecho de que ella iba a perder tanto a Manuel como a Carlos.
Horas antes de la operación Carlos le dijo a Laura que después de este operativo él había aceptado un traslado a las fuerzas especiales contra otro tipo de delitos, no fue personal su decisión, lo estaba tomando como un crecimiento personal, pero dentro de él lo hacía para alejarse de la que había traicionado a sus sentimientos, a lo que Laura no le quedó de otra más que respetar la decisión de Carlos y aceptarla como tal.
Ya en el lugar de la transacción estaban por un lado Manuel, Linda y tres delincuentes más, por el otro lado estaban Laura, Carlos, Alejandro y dos agentes policiacos más, ambos bandos después de las presentaciones y protocolo de revisión de documentos, revisando que todo estuviera en orden se dirigían a donde estaban los contenedores para la revisión de la mercancía para poder proceder a la transferencia de fondos para la liberación de la mercancía, se aperturó uno de los contenedores para la revisión y poder así dar el visto bueno de ambas partes, una vez aceptado de conformidad se hizo un ademán de aceptación por parte de Laura para que se procediera a la transferencia bancaria correspondiente, se formó un silencio que se podía escuchar el sonido del móvil al teclear la cuenta bancaria para dicha operación cuando se rompe el silencio con el timbrar de otro móvil, el de Linda, mismo que al contestar se escuchó su voz diciendo que son policías, acto seguido ambos bandos sacaron sus armas iniciando una balacera en la que Manuel, Carlos, Alejandro y tres delincuentes cayeron abatidos, Laura y Linda fueron las únicas sobrevivientes de esa inmolación, Linda con una herida de bala grave que pudo sanar en el hospital y purga una condena de 70 años de cárcel, Laura únicamente con una herida de bala en la rodilla que al cicatrizar tomó forma de una rosa, misma que está contemplando en este momento antes de tomar una ducha caliente después de un arduo día de trabajo.
Fin.