¿Qué pasa con mis ilusiones?

Por: Mireya Hernandez

Hay gente que dice que de ilusiones vive el hombre, y en parte puede ser eso cierto, pero también debemos tomar en cuenta que vivimos dentro de una realidad, que aunque a veces es dura, al final de cuentas es lo que está sucediendo, y que para fortuna o desgracia nuestra sí puede cambiar. Pero en el caso de las ilusiones es distinto, porque por lo regular todo aquello es fugaz, y así como nos ilusionamos, también perdemos las ilusiones cuando algo nos rompe el corazón, y así como los sueños se olvidan al despertar, también dejamos que nuestras ilusiones desciendan hasta llegar al suelo, la única base que les proporcionamos la mayoría del tiempo.

 

Es una sensación mágica sentir que algo nos ilusiona a tal grado que nos sentimos dueños del mundo, y cuando algo nos rompe las ilusiones sentimos que aquel mundo que antes era nuestro, ahora se empeña en destruirnos y quiere triturarnos.

 

Si te digo esto, es porque no creo conveniente contarte una historia llena de ascensos y descensos, llena de ilusiones y golpes que me devuelven a la realidad, llena de sonrisas y caritas tristes, de lágrimas que agradezco que tú no hayas visto, porque además de todo, reconozco que soy un poco orgullosa, y nadie tiene que ver en mí a una persona más débil de lo que ya parezco, o quizás aparento una fortaleza que me sorprende poder alcanzar, o puede ser posible que sea más fuerte de lo que creo.

 

¿Qué si he tenido ilusiones? En estos últimos meses han formado parte de mi día a día, y a veces siento que vivo en ellas, pero eso no significa que no hayan sido importantes en mi vida, y aún lo siguen siendo, porque no es cosa sencilla aprender a vivir sin ellas, y no son lo peor que nos pueda pasar como para arrepentirse de haber permitido que formaran parte de nuestras vidas, pero ¿Quién no se ha ilusionado?

Si alguien se dedicara a clasificar a las personas por sus ilusiones, sin duda yo estaría en los primeros lugares, pero también si alguien clasificara por las ilusiones rotas, no me quedaría atrás.

¿Y sabes que pienso? Me considero afortunada por tener la capacidad de ilusionarme, sí, así como lo oyes, es una capacidad, porque, ¿qué haríamos sin ilusiones? 

Me atrevo a confesar que admiro a aquellos que pasan por la vida con las ilusiones caminando a su lado, sin descensos considerables ni ascensos inalcanzables, porque francamente yo vivo en total inestabilidad.

¿Qué puedo decir con respecto a este tema? Los únicos que podemos poner límites a nuestros pensamientos e imaginación somos nosotros, lo que yo podría sugerir es que no llenemos nuestra memoria de ilusiones que se quedaron suspendidas en el tiempo, y que pronto las clasificaremos como un archivo más en nuestra lista de arrepentimientos, ¿Qué caso tiene reprocharnos?

Las ilusiones son como las aves, siempre están listas para volar, pero también caen cuando algo las lastima.

Nadie dijo que ilusionarse sea malo, malo es dejar que las ilusiones tomen las llaves del cofre en el que está el libro de nuestra vida y hagan con él lo que les plazca.

Por mi parte no te aseguro que deje de ilusionarme, porque justo en estos momentos sigo ilusionada, y prácticamente eso es imposible, pero sí prometo que aquellos resultados no terminarán por dominarme.

Y ahora me gustaría que me dijeras, ¿qué ha pasado con tus ilusiones?

 

Fin.