¿Vivimos de los recuerdos?
Por: Mireya Hernández Hernández.
Tal vez no sea lo correcto, pero yo creo que el pasado juega un papel importante en quienes somos, porque somos lo que recordamos, y crecemos siéndolo, aunque con esto me refiero a que si recordamos malos o buenos momentos, para empezar nos marcan, y además ellos nos ayudan a reflexionar en lo que hicimos, para poder aprender y corregir… o simplemente, recordar, y eso es lo más duro de todo, solo recordar, y no avanzar…
Yo no sabría decirte si seguí con precisión este punto, porque no me considero una persona que no haya aprovechado su vida, pero tampoco puedo afirmar que hice todo lo que debería.
Mi historia es muy sencilla, así que no creo importante narrártela, solo te puedo decir, que me siento satisfecha, porque he borrado de mi larga lista de cosas que se han convertido en un obstáculo para mí, la culpa: la culpa de haberme quedado callada cuando pude haber hablado, la culpa de sentir que le hice daño a alguien cuando hablé más de lo necesario, la culpa de haber perdido a un ser querido, cuando no le dije lo que era necesario, sino lo que creí que le haría menos daño, la culpa por engañar a mi corazón cuando la razón había estado alerta, pero no quería lastimarle, la culpa por sentir que no mostré aquella sonrisa de aliento a un ser amado cuando la tristeza se apresuraba por apagarlo, la culpa de haber sonreído cuando alguien esperaba de mí una respuesta seria, la culpa, de no haber amado lo suficiente cuando había tenido la oportunidad, la culpa de haber prestado mi atención a interpretaciones ocasionadas por los sentimientos, la culpa, de no haber permitido que me amaran, la culpa de no haberlo dado todo, la culpa de haber dado más de lo necesario. Todo aquello he podido corregirlo porque lo recuerdo, porque he caído en cuenta de que formó parte de mi vida, sí, lo escuchaste bien, formó parte, lo fue, porque el pasado ya no regresa, y el hecho de detenerse en un momento de nuestra vida no significa que estemos ubicándose en él, sino que estamos en el presente, que muy pronto formará también parte del pasado, un pasado que no se detendrá, solo estaremos complicando nuestro presente, y no le damos paso al futuro, un futuro que sí llegará, que sí podremos corregir si analizamos nuestro presente. Y no con esto digo que recordar no ayude, por supuesto que es una gran herramienta, una herramienta que nutre nuestro espíritu, porque es lo que nos hace aprender de nuestros errores, solo digo, que si recordar es una herramienta, lo mejor que podemos hacer es utilizarla de la mejor manera, para así construir una superficie sólida en la cual sostenerse, que es la experiencia. Todos somos expertos en algo, y si tenemos la fortuna de ser los arquitectos de nuestra vida, no suframos con los recuerdos, reescribamos los malos momentos dibujándoles una carita pensativa, para poder trabajar en ellos, y convertirse en unos profesionistas, y en unos grandes emprendedores de, sin duda, la mejor decisión.
¿Sabes qué creo? Que nadie vino a este mundo por un error, o, simplemente, por ningún motivo. Todos tenemos un por qué, la tarea consiste en descifrarlo, o quizás el único enigma se encuentra en amarte profundamente y estar alerta, y no tener miedo, y en permitir que te amen quienes lo harán colocando su corazón entre tus manos, sin dedicar tiempo a investigar si en algún momento de furia, tú lo dejarás caer al abismo, donde seguramente se hará pedazos, y será muy difícil poder reconstruirlo perfectamente.
¿Te confieso algo? También me siento afortunada, afortunada de haber analizado con mucho cuidado mis recuerdos, y de haber tomado lo mejor de ellos, aunque eso no significa que no cometeré nuevos errores que después deberé detenerme en cada uno, o que viviré grandes momentos, que me sentiré complacida al pensarlos, pero sí quiere decir, que no he dejado de ser un humano, con defectos y virtudes, pero dispuesta a enfrentarme a mis recuerdos, sean los que tengan que ser.
Como me dijo acertadamente una gran amiga: “En teoría somos lo que recordamos y la manera en la que lo recordamos. Nuestra percepción respecto a nuestros recuerdos y experiencias lo es todo”. Aquellas palabras nunca se me van a olvidar, y las llevaré conmigo como uno de los mejores aprendizajes.
Recordar es vivir, y yo he vivido afortunada de haberlos conocido. Gracias por haber formado parte de mi vida.
Fin.