Paz Inquieta
Por: Mario Evaristo González Méndez
Escapa al alma paz deseada,
queriendo poseerla fue ignorada;
en aras de saberse liberada,
ha sido en sí misma encarcelada.
Anhelando vivir en paz eterna,
creyose por condena ser terrena,
olvida lo divino de su hoguera,
lavando en sombras su ceguera.
Terca, irreverente, confundida,
en pena y angustia consumida;
en razones y argumentos aturdida,
sobrevive sin sentido y oprimida.
¿Dónde habita paz perenne?
¿Dónde canta armonía solemne?
¿Hay lugar que feliz gobierne?
¿Hay esencia que de ella impregne?
A orilla del camino se ha postrado,
en llanto y desespero se ha tornado;
sobando sus heridas ha ignorado
el renuevo tras su llanto germinando.
No es la paz cuerpo ni sitio,
es ruta que se vive en el camino;
tras el drama y tragedia suave vino,
beso al alma del amor divino.