Sociedades secretas: Leona Vicario

Por: Wenceslao Vargas Márquez

El año 2019 estuvo dedicado oficialmente a Emiliano Zapata. El 2020 el Senado lo dedica a la insurgente Leona Vicario. Aquí haremos un apunte respecto de Vicario pero en relación con la sociedad secreta en la que participó.  

Las sociedades secretas han tenido influencia en nuestra historia. Ignacio I. Madero se lanzó a la revolución por la razón de que así se lo indicaron los espíritus a los que consultaba en sus sesiones espiritistas. Madero fue espiritista y masón. Calles fue masón, espiritista y rosacruz. Masones del Rito Escocés fueron Santa Anna, Victoriano Huerta y Carlos Salinas, éste último de la logia Fleming. 

En ocasión del año 2020, que le será dedicado por decisión del Senado, hoy queremos recuperar a la insurgente Leona Vicario y comentar de ella algo fuera de lo común: la sociedad secreta a la que perteneció. La sociedad se llamó Los Guadalupes y sirvió como medio de comunicación, espionaje y apoyo, entre los insurgentes en los primeros años de la guerra. A ella perteneció esta mujer que tuvo para la posteridad el extraño nombre de Leona. 

Dice la historiadora Vazque Semadeni: “Los Guadalupes fue el nombre que se otorgó a una sociedad establecida alrededor de 1811, compuesta por abogados, eclesiásticos, propietarios, comerciantes y algunos nobles. Su sitio de operaciones fue la ciudad de México. Sus miembros no se reunían y muchas veces ellos mismos no sabían quiénes eran los otros integrantes de la sociedad. Guardaron absoluto secreto sobre su organización.” 

Dice el insurgente Anastasio Zerecero respecto de la agrupación que “la sociedad de los Guadalupes de México [que, según él, se había creado a fines de 1810 con el nombre de El Águila] estaba ya organizada en distintos grados o jerarquías, de manera que sólo los altos grados conocían y arreglaban los secretos de la política, que no se dejaban traslucir a las masas, a las que se les mandaba obrar sin darles a conocer el objeto”. Eso la hace ser sociedad secreta: secrecía y objetivo común.  

La historiadora, especialista en el tema, Virginia Guedea, explica de dónde pudo ella obtener la información acerca de esta agrupación: “Para su estudio, contamos en primer lugar con parte importante de la correspondencia quitada por los realistas a distintos jefes insurgentes, muy en particular la que José María Morelos perdiera en Tlacotepec en febrero de 1814, que incluye varias cartas de los Guadalupes y un Diario elaborado por ellos.” Añade: “Otros testimonios lo son los distintos oficios de varios jefes y funcionarios realistas, sobre todo los del virrey Calleja, redactados unos con el fin de dar cuenta a las autoridades en España de lo que ocurría en el virreinato, y otros dirigidos a tratar de descubrir y poner fin a las actividades de los Guadalupes. Por último, las investigaciones recientes, en especial las del profesor Wilbert H. Timmons y las del licenciado Ernesto de la Torre, nos dan ya una visión clara y comprensiva de lo que fue esta sociedad.”

En el listado de integrantes de la sociedad secreta y que proporciona Virginia Guedea aparece nuestro personaje Leona Vicario. El historiador Ernesto de la Torre Villar apunta lo siguiente: “Más tarde los Guadalupes logran extraer del Colegio de Belén de las Mochas a doña Leona Vicario, a la cual ocultan varias semanas en el Pensil Mexicano de San Juanico y posteriormente conducen a la zona rebelde”. El Pensil se halla cerca del actual metro Río San Joaquín, CdMx. El libro de Ernesto de la Torre se halla muy fácilmente en Porrúa. El de Guedea, de 400 páginas, localizable en línea (bit.ly/302Ti0R). 

“Sabemos que el 23 de abril de 1813 Rodríguez Alconedo colaboró (…) en la evasión de Leona Vicario del Colegio de Belén, donde se hallaba confinada mientras la Junta de Seguridad le seguía proceso por habérsele descubierto correspondencia con los insurgentes”. “A su vez, por la causa seguida a Leona Vicario y que se iniciara a principios de 1813, sabemos que ésta mantenía correspondencia con su primo Fernández de San Salvador”. Una fuente informativa es la “Declaración de Leona Vicario, México, 16 de marzo de 1813, en Causa instruida contra Doña Leona Vicario y sus cómplices”. Los Guadalupes usaban números para distinguirse: don número primero, don número dos, don número 7, don número 12. Al parecer Leona firmaba como “Doña L.”

La sociedad (por cierto, no masónica; la masonería es otra cosa) tuvo también entre sus filas a quien después sería el primer presidente de la república. Apunta Guedea: “Se trata de Miguel Fernández Félix, cuyo nombre insurgente fue el de Guadalupe Victoria, pasante del licenciado Juan Nazario Peimbert y Hernández y a quien (Anastasio) Zerecero ha señalado como integrante de los Guadalupes”.

Leona se enfrentó a su familia, profundamente conservadora, y apoyó a la insurgencia. Un tío suyo pasó a la historia entre otras cosas por escribir en 1812 un opúsculo largamente titulado ‘Desengaños que a los insurgentes de Nueva España seducidos por los francmasones agentes de Napoleón, dirige la verdad de la religión católica y la experiencia’, escritos por el doctor don Agustín Pomposo Fernández de San Salvador. Agustín Pomposo era el tío que la acosaba para que dejara su simpatía por las filas insurgentes. Leona ejerció también el periodismo. Perdió a su familia y a sus propiedades por seguir su convicción de apoyo hacia Andrés Quintana Roo, novio y esposo, después de haber tenido Leona una relación fallida con Octaviano Obregón. 

Nació en 1789 y murió en 1842 a los 53 años de edad. A esta mujer, Leona Vicario, el Senado le dedica el año 2020 por ser Benemérita Madre de la Patria, según decreto. Merecido. Ojalá quienes organicen las celebraciones y rememoren su vida no se olviden de la sociedad secreta (no masónica) a la que con convicción perteneció.   

Twitter @WenceslaoXalapa