Juegos que ensucian, una puerta de entrada en la felicidad de los niños.
Por Anita Rodríguez Flores
Los niños juegan
como viven, y jugando
aprenden a vivir.
José Martí
Pensar en los niños y niñas es observar la forma en que sueñan, conviven, participan, e imaginan todo cuanto exploran y aprenden a su alrededor, por ello es importante valorar la importancia que tiene el juego como parte de su desarrollo físico, emocional, social e intelectual; día con día aparecen nuevos juegos y juguetes que los padres y educadores consideran altamente potenciables en la formación de los niños, y entre ellos destacan, los dispositivos electrónicos, video juegos, juguetes electrónicos, rompecabezas, y juegos de bloques entre los más solicitados. Haciendo a un lado aquellos en los cuales los niños tienen la posibilidad de estimular sus sentidos: observar, manipular, explorar, oler e imaginar todo cuánto está a su alrededor.
Las nuevas generaciones de niños van perdiendo cada vez mayores oportunidades de disfrutar aquellas actividades lúdicas que por condición natural se encuentran en el contexto que les rodea porque las actividades de la familia y la sociedad giran en torno a ritmos de vida más rápidos y con mayores exigencias, asignado mayor importancia al aprendizaje de una lengua adicional, prácticas deportivas, ejecución de actividades musicales y algunas otras relacionadas con el aprendizaje de la lectura y escritura en etapas tempranas.
Lo anterior, va dejando pocos espacios para que los niños jueguen con arena para hacer castillos y torres, pinten sobre sus platos figuras con la mermelada que sobró de su pan, o se batan la cara cuando comen chocolate. Cada día es menos común encontrar a niños y niñas jugando tirados en el piso para construir casitas de campamento eligiendo sabanas, peluches, almohadas y todo lo que les sirva para fabricar la casa que imaginaron en sueños y aunque tirados en el piso con ropa sucia y desarreglada simplemente disfrutan ese momento único e irrepetible.
Ver niños y niñas con manos manchadas porque encontraron pinturas, harinas, cremas chocolates ya no es común en nuestros días, es más fácil encontrar aquellos que se encuentran observando videos en las tabletas y celulares porque desde bebés ya son estimulados para memorizar y repetir lo que consideramos es más importante o les despierta mayores aprendizajes.
Los juegos que ensucian van siendo desplazados y a veces prohibidos por ser menos valiosos y porque un niño o niña llenos de arena, polvo y manchas lucen desarreglados y descuidados, es importante valorar ésas experiencias lúdicas mismas que aparecen desde que los niños han empezado a descubrir que existe el juego y que las sensaciones que acompañan al juego pueden ser de las más sencillas y divertidas, que no todos los juegos importantes consisten en pasar largas horas entretenidos con algún dispositivo electrónico, que ensuciarse para divertirse no es lo correcto.
La infancia debe ser de lo más sana, divertida, creativa, feliz y diversa en experiencias sensoriales que permitan que niños y niñas puedan jugar y ensuciarse tanto como sean sus deseos y preferencias. Si queremos crear generaciones de infantes felices debemos revalorar que el juego es esencial para estimular alegría en los niños, no se pueden minimizar las oportunidades que les provoquen; reír, imagina, crear, disfrutar y trasladarse a otros lugares donde sus experiencias con el entorno son indispensables para desarrollar toda clase de habilidades que les ayuden a construir infinidad de aprendizajes.
Los juegos que ensucian son la principal fuente de experiencias sensoriales, pero más allá de generar valiosas oportunidades de aprendizaje y despertar todo tipo de experiencias motrices, son la clave para estimular en niños y niñas innumerables fuentes de alegría y creatividad, proveerlos de seguridad y estabilidad emocional debe ser una de las principales tareas para quienes tenemos la oportunidad de interactuar y convivir con ellos.