FORMACIÓN CÍVICA Y ÉTICA… ¿PARA QUÉ?
Mtra. Irasel Negrete Ronzón
En la pasada reunión del CTE, los docentes debíamos seleccionar un tópico sobre el cual enfocar nuestros objetivos del Plan Escolar de Mejora Continua (PEMC) con la finalidad de fortalecer la educación de los estudiantes teniendo como sustento la equidad y la excelencia; en el cuadernillo que nos entregaron en esa sesión nos proponían 6 líneas temáticas que eran: inclusión, aprendizaje colaborativo en el aula, aprendizaje colaborativo desde la gestión escolar, formación cívica y ética en la vida escolar, escuela y familias dialogando y sumando acciones frente al cambio climático; con mis compañeros decidimos que algo importante en nuestros estudiantes es cimentar en ellos valores que les permitan desenvolverse con seguridad para enfrentar los retos que se presentan en la actualidad por lo que elegimos “Formación Cívica y Ética en la vida escolar”.
La realidad que viven nuestros alumnos tanto en casa como en general dentro de la sociedad es clave en la formación de su personalidad y por ende marca la forma en que se desenvolverán como ciudadanos, una pauta cultural significativa que produce cambios determinantes es la presencia de la tecnología de las comunicaciones la cual incide en lo que piensan, en el valor que le dan a las cosas, en los intereses y la manera en que se dan las relaciones sociales, por ello tan necesario reforzar en los educandos pensamientos y conductas favorables que les apoyen a tomar decisiones responsables y autónomas orientadas a una actuación comprometida y conciente de su libertad.
El plan de estudios ha sido reformado en varias ocasiones y en cada uno de estos cambios se le ha restado o dado importancia al civismo y a la ética, actualmente se trata de rescatar en los estudiantes valores y conductas importantes como son actuar con respeto a los derechos humanos además de ejercer la libertad con responsabilidad teniendo como base la regulación de su conducta por decisión propia, para lograrlo, los docentes de manera transversal a todas las actividades debemos reforzar las actitudes positivas de los estudiantes pues recordemos que en el caso de secundaria, los alumnos están en una etapa de constantes cambios físicos, psicológicos y emocionales, por lo que el rol del docente debe ser el de un modelo y un facilitador de las acciones a desarrollar, pues es el líder del grupo y quien posee la habilidad para otorgarle sentido cívico y ético a las actividades que se llevan a cabo.
Cuado reflexiono acerca del ser y hacer del docente, pienso que debemos ser personas con apertura al cambio con conciencia de las diferencias existentes entre los estudiantes a su cargo y con la sensibilidad de entender la forma en que estos perciben el mundo, así mismo debemos actuar como un facilitador de la capacidad de autorregulación de los alumnos, potenciando su independencia, autoaprendizaje y motivando su espíritu colaborativo, no debemos olvidarnos de que depende del maestro el crear un clima de confianza armónico en donde la característica principal sea el respeto y el diálogo puesto que una comunicación motivadora y empática con el estudiante siempre será una garantía de lograr objetivos en común.
La metodología de enseñanza de la Formación Cívica y Ética debe ser preventiva para capacitar a los estudiantes para vivir en un mundo caracterizado por el cambio, la incertidumbre y las pocas certezas además de comunicativa que enfatice las capacidades de comunicación asertiva, el diálogo y la expresión; para que sea significativa dicha enseñanza debe estar basada en situaciones reales y desarrollarse en un ambiente fundamentado en la democracia y la participación de esta manera los educandos realmente aprenderán a partir de la experiencia personal y la clase no se basará sólo en actividades aisladas con temáticas específicas, algunas de las estrategias más que recomiendo para lograr la reflexión de los estudiantes acerca de su conducta son: debate, dilema, juego de roles, artículos de opinión, las cuales deben de partir de un acuerdo de las reglas y pautas a seguir así como de las actitudes que deben de prevalecer como la escucha activa, esperar turnos para hablar, dar ideas completas que surjan de una reflexión previa, es decir que estén orientadas en el análisis crítico, sin embargo, pueden encontrar más sugerencias en la red y en diversas bibliografías.
Para concluir, un salón de clases en donde de manera permanente hay disciplina, tolerancia, equidad y un pensamiento crítico y abierto, es un espacio donde la Formación Cívica y Ética prospera de manera natural.