Campaña de Alfabetización en Veracruz, ¿una más?
Mario Evaristo González Méndez
La alfabetización refiere al proceso de enseñar a leer y escribir a una persona adulta que, por diferentes circunstancias, no aprendió esta habilidad durante la edad escolar regular. Hasta 2015, se contaban en México, cerca de 4, 749, 057 personas mayores de 15 años que no sabían leer ni escribir, es decir 5.5% de la población mayor de 15 años es analfabeta (Cfr. INEGI, 2015).
El estado de Veracruz es el segundo lugar a nivel nacional en analfabetismo; 562, 781 personas mayores de 15 años no saben leer ni escribir. Según el sexo, la edad, el idioma y la ubicación, los analfabetas veracruzanos son:
- Por sexo: 62% son mujeres y 38% son hombres
- Por edad: el rango de 50 a 54 años es el de mayor frecuencia.
- Por idioma: 72% es hispanohablante y el 27% son hablantes de lengua indígena.
- Por ubicación: 37% vive en zona urbana, 62% vive en zona rural.
El pasado 6 de agosto, el Gobernador del estado, junto con autoridades educativas de la SEV y del IVEA, anunciaron en Papantla, Ver., el inicio de la Campaña “Aprendo a Leer y Escribir” que pretende, al final del sexenio, declarar al estado de Veracruz, libre de analfabetismo.
La intención es loable, pero no suficiente, y por sí misma no hace ninguna transformación. El fin que se persigue es necesario y el trabajo que se requiere es arduo, pero no será posible conseguirlo sin contrarrestar los vicios y torcidas costumbres que ha dejado la corrupción en algunos sectores del IVEA, que es el ente que encabeza la campaña.
En la acción que se pretende será necesario motivar la acción colaborativa de diversos actores sociales; el complejo hecho educativo no puede ser efectivo si se planea y ejecuta en solitario. Además, es un tema de derechos humanos debido a que la educación aún no es garantía universal en el estado, lo que reclama el compromiso efectivo de autoridades estatales, municipales y comunitarias.
Alfabetizar no sólo es un acto educativo, es también un acto político, porque la alfabetización para el siglo XXI no puede reducirse a enunciar sílabas y leer sin comprender. Ojalá quienes diseñen y operen la campaña, sean conscientes de que son mediadores de un proceso de construcción de ciudadanía, donde la habilidad de lectura y escritura sólo es significativa en la medida que permite mejorar las condiciones de vida del alfabetizado y potenciar su participación en la toma de decisiones públicas.
Una tarea subyacente será fortalecer la estructura operativa del IVEA; no se pueden restituir derechos sin cuidar la calidad del proceso. Por tanto, en esta campaña se debe privilegiar el papel protagónico de los alfabetizadores, pues su tarea es medular para el instituto. Por ello, es urgente mejorar el perfil y capacitación de estos actores educativos, la buena voluntad no es suficiente. Además, su retribución económica debe ser justa, es ilógico pretender sembrar justicia sobre suelo abonado por injusticias: quien trabaja merece el razonable salario.
Invocar a la solidaridad social para que la función sustantiva del instituto sea efectiva es un desacierto, no puede ser el voluntariado la base operativa de la obligación estatal, pues no es un organismo caritativo, sino una entidad de la administración pública con presupuesto para operar.
Es un deseo compartido erradicar el analfabetismo en el estado, pero es una preocupación que esta campaña sea una más en la lista de intentos fallidos o de proyectos simulados. El IVEA se encuentra en un momento de encrucijada con posibilidad para hacer llegar la lectura y escritura a todos los rincones del estado o para silenciar por otro sexenio más a la población vulnerable que siempre es bandera del proselitismo electoral.
Que esta campaña que se inicia no sea un tramo más en la espiral discursiva del combate al analfabetismo; que se tenga la tenacidad para arrancar lo que estorba en la educación de los adultos veracruzanos y sumar a su servicio a los mejores educadores del estado. Creo firmemente que educar a un adulto es el inicio de la transformación para una familia y, en consecuencia, para la reconstrucción del tejido social.