El apoyo de México a Centroamérica

Ariel López Alvarez

Domingo, 23 de junio de 2019

Es probable que la migración de centroamericanos sea un grito de abandono lanzado por nuestros vecinos. Desde que se firmara el Tratado de Libre Comercio entre México, Estados Unidos y Canadá, nuestro país se olvidó de ellos.

En casi treinta años, México solo ha tenido ojos para el norte del continente. En nuestras contingencias, razones hemos tenido; a su vez, en nuestro interés hemos perdido el sentido de vecindad, donde la cultura que compartimos con Centroamérica ha sido insuficiente para hermanarnos.

El que México tenga múltiples carencias, no debe ser razón para que sea indolente de los problemas económicos de Centroamérica. Como en nuestras casas, aunque nunca sobre la comida, tenemos la responsabilidad ética y moral de apoyar a nuestros vecinos, cuando lo necesiten. Lo cierto es que, la América del Norte entera cerró las puertas a Centroamérica en 1994, y hoy vivimos las consecuencias de su exclusión económica.

En este sentido, me parece que el gobierno mexicano ha ponderado razones internas y externas en el anuncio de esta semana del Plan de Desarrollo Integral de Centroamérica, buscando generar nuevos lazos de amistad y de apoyo para el desarrollo, tan necesario en aquellos países.

En nuestras razones internas. Primero, es claro que este tránsito masivo de indocumentados ha trasgredido las leyes mexicanas, en aras de los derechos humanos; segundo, por supuesto que nuestro país debe poner orden al flujo migratorio, que es diferente a impedirlo; tercero, el fenómeno desordenado ha generado múltiples problemas, sobre todo en los estados fronterizos del norte y sur, así como ha ocasionado tensiones diplomáticas con los EE. UU.

En las razones externas. Primero, millones de centroamericanos no tienen opciones de progreso, en un mundo globalizado que les ha cerrado las puertas; segundo, al no haber industria ni turismo, no hay flujo de capital y sus economías mantienen un comercio interno raquítico; tercero, la educación, donde la hay, además de ser deficiente no representa ninguna opción de futuro; cuarto, sus niveles de inseguridad están al máximo. De todo esto y más nace su interés de emigrar hacia aquel horizonte que, saben, les significa una esperanza.

Para lo anterior, se ha anunciado que Sembrando Vida iniciará en El Salvador. El financiamiento es mexicano y la aplicación específica será de esa nación. Los presidentes Andrés Manuel López Obrador y Nayib Bukele se reunieron para el anuncio, el pasado jueves, en Tapachula, Chiapas. Este, me parece el inicio de lo que puede ser un nuevo apoyo  del mundo hacia Centroamérica, toda vez que otras naciones tienen intenciones de participar.

Por supuesto, contrario a lo que señalo, habrá quienes sostengan que las migraciones se dan porque hay organizaciones que las promueven y un gobierno mexicano que las tolera; asimismo, habrá quienes sostengan que, el gobierno de México ya tiene bastante con los problemas internos, como para brindar apoyo a otras naciones. En mi caso, en virtud de que parto de una idea del deber ético de la cooperación internacional, me es difícil aceptar estas posiciones reduccionistas.