REGISTRAR PARA SISTEMATIZAR

Mtra. Irasel Negrete Ronzón


No hay enseñanza sin investigación, ni investigación sin enseñanza.- Paulo Freire

Dice la bloguera Berenice Boulangerie que lo que no se escribe, se olvida,
lo que se olvida, no se recuerda, lo que no se recuerda deja de ser parte de
nosotros y lo que deja de ser parte de nosotros, deja de pertenecernos y deja de definirnos, en el ámbito educativo, llevar un registro de todo lo que hacemos en el aula, en especial de aquello que resulta exitoso debe ser parte de nuestra cotidianeidad, el registro es una herramienta fundamental que nos nutre y sirve como plataforma para construir nuevas experiencias y realizar una investigación reflexiva sobre nuestra labor docente, sin embargo, hay una realidad en el magisterio y es que los maestros no tenemos ese hábito de registrar lo que realizamos, confiamos todo a la experiencia y la memoria y por lo tanto mucho de lo bueno que hacemos en el salón se queda en el olvido, por lo que, en este artículo hablaré de las ventajas de registrar nuestras experiencias y sugerencias de cómo lo podemos hacer.


Una práctica docente sin reflexión no está enfocada en la excelencia pues
indica que el maestro no está prestando la atención debida a lo medular de
su profesión ya que la docencia es una actividad que forzosamente requiere que quien la ejerce posea la cualidad de investigador, es decir, un profesor es un individuo que se cuestiona el por qué y para qué de lo que enseña, que cuestiona lo que ocurre a su alrededor y compara su práctica cotidiana tanto con teorías educativas como con teorías psicológicas y sociológicas.


Siguiendo con esta línea, un docente comprometido con el aprendizaje de sus estudiantes es dinámico y comprende que los saberes que construye y
enriquecen su labor están basados en la triada: práctica, reflexión y hábitos, siendo la práctica esa manera cotidiana de hacer las cosas, la reflexión la toma de conciencia sobre los modos de actuar y los hábitos las estructuras que avalan lo que realiza con base en la tradición pedagógica, por lo tanto, el saber docente nunca se termina de construir, hay una constante de continuidad y cambio que es importante analizar y es ahí donde toman relevancia los registros debido a que a partir de ellos se puede comprender lo que se hace y cómo se hace y en esta época en donde debemos tener evidencia de lo que llevamos a cabo, un registro funciona perfectamente pues es objetivo y refleja la realidad de manera inmediata.


Personalmente, el registro de las experiencias relacionadas con la
implementación de la propuesta pedagógica lo llevo a cabo mediante dos
instrumentos: la bitácora COL (la realizan los alumnos) y el diario pedagógico ( escrito por mí), la bitácora COL cuyas siglas quieren decir
Control Ordenado del Lenguaje, es una estrategia didáctica que consiste en un apunte que recoge información de lo que sucede a lo largo del día, esta estrategia, además de apoyar a mejorar la redacción, despierta, amplía y
perfecciona habilidades y actitudes en quien la hace, activa procesos de
pensamiento para desarrollar la metacognición; la Bitácora COL tiene tres
niveles, pero en mi salón sólo llevamos el primero que se compone de 3
preguntas básicas: ¿qué pasó? ¿qué sentí? ¿qué aprendí? estas preguntas
las contestan los estudiantes y están conexas con su pensamiento,
emociones e intelecto, para los educandos, la bitácora es un medio
excelente para que estimulen su memoria y para que exterioricen y
organicen lo que lo que sienten y piensan, además de que cuando se
realiza la retroalimentación es la perfecta oportunidad para reflexionar sobre los procesos de pensamiento y la forma en que se aprende de manera tal que puedan conocer y regular los propios procesos mentales básicos que intervienen en su cognición y en específico para el docente, la bitácora le permite considerar la manera en que sus estudiantes conciben cada día para tomar decisiones orientadas en la mejora de las clases que ofrece.


En el caso del diario pedagógico, este lo utilizo para identificar las
situaciones o acciones que tienen mayor frecuencia en mi aula, también lo
utilizo para plasmar problemáticas ocurridas, las opciones de solución y la
manera en que se abordó y por supuesto, utilizo esta herramienta para
llevar un registro de aquellas estrategias con resultados exitosos, esto me ha sido de mucha utilidad pues a lo largo de los años he podido ir puliendo
algunas estrategias para seguirlas aplicando con mejores resultados.


Para quienes tengan la inquietud de iniciar el registro de lo que sucede en
el aula, lo primero que les recomendaría es anotar todo aquellos hechos,
pensamientos o sentimientos lo más cercano al momento que ocurrieron,
decidirse a llevar esta actividad de manera seria, sistemática y organizada,
poniendo fechas, lugar o alguna otra referencia que consideren útil, además se puede ver enriquecido con diagramas o dibujos que den pie a ideas más amplias y completas, lo más importante de todo, es hacer estos
escritos con regularidad para que se vuelvan un hábito de nuestro quehacer y que propicien la reflexión siendo un elemento para la mejora continua de la labor docente; esta actividad llevada a cabo de manera regular, significa con el paso del tiempo una base de datos importante (sobre el aprendizaje y sobre los estudiantes mismos ) que brinda información valiosa que regularmente se pierde por el escaso valor que los docentes otorgamos al registro; sin embargo, muchas de las investigaciones educativas más importantes nos desvelan secretos del aula a partir de las luces que nos arrojan los acontecimientos cotidianos ocurridos dentro de ella.


Antes de concluir con este tema quiero resaltar que además de los registros
narrativos, también pueden buscar en línea formatos que puedan descargar y después perfeccionar con base en sus intereses de registro, al final lo sustancial es la utilidad que le damos a todo lo que vamos anotando,
recordemos que dicha sistematización favorece la reflexión constante, la
autoevaluación, el autoanálisis y la transformación de la práctica.