Se cayó el teatro financiero en Veracruz: observación negativa y alerta

Por Eduardo Coronel Chiu*

Aunque en la operación cotidiana era ya evidente la insolvencia financiera y el sobre endeudamiento del gobierno de Javier Duarte, la contabilidad fraudulenta aguantó hasta el 2014 la fachada de estabilidad y equilibrio.
Pero con el final de la administración se cayó el teatro contable; al menos el de la versión que mostraron de 2010 a 2014. El boquete y la falsedad ya se les vio.
No pudieron ocultar más el desbordamiento de los adeudos de corto plazo acumulados de varios años, al igual que el gasto corriente y operacional, la escasez de efectivo, la ausencia de ahorro y el desplome de la inversión. Esto sumado a la deuda que ha sido pública, la que tiene registrada en la Secretaría de Hacienda –a marzo de 2016 es de 42 mil 077 millones–, garantizada con participaciones en impuestos.
Se les vino encima la entrega del poder a la oposición, la rendición de la cuenta pública de 2015 y el colapso real de las finanzas del estado.

th
Las calificadoras ya habían señalado la irregularidad en la demora del Gobierno del Estado en hacer pública su cuenta de 2014, contraviniendo sus compromisos con los acreedores, esto sin contar que también era violatorio de las leyes de transparencia y acceso a la información y de disciplina financiera.
El gobierno de Duarte tuvo que destapar una parte de la basura (no se cree que toda, seguro habrá más, tanto en gastos como en falsos ingresos o revaluación ficticia de activos). Pero en lo que abrieron, ya pusieron sobre alerta a las firmas de calificación de riesgos crediticios, como Fitch Ratings, que en su comunicado de ayer degrada la calificación (de BBB(mex) a BB+(mex) y además la coloca en observación negativa por el estado crítico de las finanzas, el incumplimiento de compromisos con tenedores de bonos bursátiles –ya hay alerta preventiva de ellos y se espera su asamblea para que ver que deciden. Hay el riesgo de que determinen para 2017 retener los remanentes de un fideicomiso que tiene en cuenta cerca de 2 mil millones de pesos.
Por otro lado, la firma calificadora no deja de señalar la inconsistencia y falta de credibilidad en la información financiera del Gobierno del Estado (nadie le cree a Duarte), muestra de que no se tragaron el cuento del “súbito” incremento en los pasivos sólo porque tuvieron un mal año; condición mentirosa que añade incertidumbre al desempeño financiero en franco desastre.
Desfondados
Ya apareció el peine de por qué no querían dar la cara y eludían el bulto de los pasivos. Como ya se observó al comentar la cuenta pública de 2015, el pasivo circulante aumentó en más del triple respecto del cierre de 2014 y ésta tendencia sigue en ascenso, según los más recientes informes trimestrales de las finanzas estatales.
En 2014 registraron como cuentas por pagar de corto plazo 3 mil 550 millones de pesos; el mismo concepto en la cuenta de 2015 da un brinco olímpico con garrocha, vuela a 12 mil 877 millones de pesos; y no para; al segundo trimestre de 2016 (al 30 de junio) es ya de 17 mil 542 millones de pesos. Antes de irse Duarte se prevé que lo lleve a la cima y rompa su récord, los pasivos de corto plazo al podium de los 40 mil millones (más lo que le encuentren cuando ya no estén).
La doble contabilidad que ha llevado el gobierno de Duarte y por la que les resulta responsabilidad penal –queda claro, además de engañar a los veracruzanos, de que tenía finanzas “sanas” para timar a las instituciones crediticias y tenedores de valores. Su objetivo era simular que cumplía con las cláusulas contractuales (covenants) de créditos bancarios y emisiones de bonos.
Como lo recuerda el informe de la calificadora Fitch, el gobierno de Duarte pactó una restricción del pasivo circulante hasta que se liquiden la totalidad de los financiamientos por un monto máximo de 800 millones de UDIs, equivalente en conversión actual a 4 mil 343 millones de pesos en conversión actual. Estos covenants explican, mas no justifican la falsificación de la contabilidad durante la administración de Duarte.
Ahora que ya se va –y que no podría seguir ocultando los voluminosos pasivos–, ya tronó Duarte los acuerdos financieros, provocó las alertas preventivas, la observación negativa, habrá que ver ahora qué reacciones tendrán los acreedores y sus consecuencias.
Con el estado de finanzas en quiebra inocultable –se cayó el teatro financiero– no habrá quién renegocie la deuda. Vaya herencia maldita. No se duda en que se pueda crear alguna comisión de la verdad para las finanzas, porque habrá que dar una explicación de cómo fue que en unos años destrozaron la administración; hicieron insostenibles la finanzas del estado, mientras la camarilla se enriqueció exagerada e ilícitamente.
Candidato al sistema anticorrupción
los signos de ingobernabilidad en Veracruz –el desbordamiento de la violencia delictiva y la parálisis financiera y operativa del Gobierno del Estado–, combinado con la pésima imagen del aún gobernador Javier Duarte, su incapacidad para resolver los problemas, y señalamientos de corrupción, sin protección ni simpatía de la clase política central, lo repele el presidente Enrique Peña y lo excluye el del PRI, Enrique Ochoa, hacen creíble –aunque no sea cierto– que no terminará su mandato
El escenario de devastación en Veracruz, asociado a la exhibición de sus grandes riquezas y las acusaciones que tienen por desvíos de recursos públicos imputadas por la Auditoría Superior de la Federación (ASF), sus vínculos con las empresas fachadas o fantasmas denunciadas por el Sistema de Administración Tributaria (SAT), hacen a Duarte y a sus colaboradores prospectos claros para acudir a la piedra de sacrificios del Sistema Nacional Anticorrupción. Se vaya ahora o cuando concluya su periodo, el 30 de noviembre, tiene cita con el SNA.